20 de noviembre de 2014

Serendipia

Serendipia es casualidad, pero casualidad buena. Buscar un medicamento y lograr el negocio de la CocaCola, olvidarse el pescado a fuego lento y descubrir la salsa de las kokotxas, obtener penicilina y, por qué no, bajar a comprar el pan y conocer a alguien para toda la vida.

Quizá también, aunque rozando el poste, puede ser algo parecido a la invencíón de las patatas chips, que no fue más que un pronto de un cocinero de NY. En realidad es toparse con algo cuando no se está buscando nada o se está, a veces de manera obsesiva, buscando en otra dirección.

La creencia en la serendipia es una forma de mantenerse vivo y también de quedarse inmóvil apostando por la providencia divina. Podría ser, también, la demostración de que hay una posibilidad de que llegue un viento a favor, aunque eso, en una determinada interpretación de los hechos, es ser un junco azotado por el viento. En cuestiones viajeras es asumir que , aun en un viaje con destino, se puede acabar en otro lugar y que no sea precisamente peor. Conozco a quien empezó a caminar con destino a Gumiel de Izal y acabó cerca del paraíso. Creo conocer a quien, acelerando cada vez más en la vida sin control que se supone que es la modernidad, descubrió lo maravilloso que es poder parar un poco o simplemente pasear en vez de hacer contínuos sprints.

El principal problema de las rápidas líneas férreas es que despoblan cualquier punto entre el origen y el destino sin dar tiempo a la casualidad, a degustar, a quedarse tumbado a media mañana, albornoz incluído, respirando profundamente tres minutos.

La serendipia es aprender a mirar los resultados intermedios porque, muchas veces, son la solución al enunciado. Mirar el paisaje. Dejar de obsesionarse con el deadline de los objetivos. Acampar en mitad de la ascensión.

Y, si no es válido, seguir. Porque tampoco es la respuesta sino una formulación que permite mitigar la tensión que produce la idea enfermiza de no llegar a nada.

6 comentarios:

  1. Lo llamas serendipia, pero al final yo entiendo algo más general: azar o casualidad como dices.

    Me quedo con la duda entre providencia-divina y junco-azotado-por-el-viento. Me viene muy al caso para cierta discusión.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. No creo que sea azar. A Newton no se le ocurrió la gravedad por la manzana. Llevaba mucho tiempo trabajando en ello y de repente: EUREKA. Creo que esa sí es la palabra.

    ResponderEliminar
  3. venga, os voy a joder: Efecto Zeigarnik (http://maldiaparadejardefumar.blogspot.com.es/2009/12/el-efecto-zeigarnik-haz-un-descansito.html).
    Serendipia es cuando vas a buscar una cosa y te encuentras con otra y dices "coño, pues esto también mola". Creo que implica un esfuerzo pero tiene componente de sorpresa. Azar es cuando logras algo de gratis. EUREKA es cuando encuentras una respuesta, cuando te tienes que levantar de la cama para anotar una idea brillante que cristaliza de pronto.
    Ya se, Luis, que los ingenieros locos algo mentalistas somos (perdon: sois) cuadriculados.
    La creencia en la serendipia como creer que en algun momento todo se solucionará magicamente, ese es el conflicto.
    Hay menos magia que la que parece.

    ResponderEliminar
  4. Creo que malinterpreté el asunto, divago demasiado.

    Por lo que decís, si restringimos la serendipia sólo a aquellos casos donde se está realizando un esfuerzo ya le hemos quitado gran parte de la magia. Otra cosa es lo que signifique ahí fuera.

    Aunque hay quien ha podido recuperar la magia en un buen sentido:
    Elizabeth Gilbert: Your elusive creative genius

    ResponderEliminar
  5. El azar existe, claro que sí.
    Pero la suerte es otra cosa diferente. Esperar que las cosas se resuelvan solas es un proceso ineficiente.
    Y apostar porque el éxito venga de una rifa, de un sorteo, es una demostración supina de ignorancia.

    A mí me alucina que los camareros (los profesionales, cada vez quedan menos) sepan lo que han pedido todos los clientes de todas las mesas (se les haya servido, o no).
    Pero lo que me hace sospechar que hay seres humanos con capacidades extraordinarias es, cuando voy a comprar el pan, y la panadera (la profesional, la que despacha la mercancía, la que está ahí todos los días del año; esas que están en vías de extinción), sepan qué tipo de pan quiero y cómo me gusta de horneado.

    ---

    Ortega hablaba de tres componentes determinantes en las personas: el proyecto vital, las circunstancias y el azar.

    El proyecto que cada uno define incluye ciertos elementos y, entre ellos, si se deja espacio a la curiosidad, una virtud, cuando te hace perseguir una idea o un vicio, cuando hace que te entrometas en la vida ajena.

    Y lo dejo ya, que voy a comprar la BONOLOTO (versión random): quiero retirarme joven.

    ResponderEliminar
  6. Es lo mejor q te puede pasar y lo peor la solución que hay que tomar.

    ResponderEliminar