4 de septiembre de 2013

Hagamos una startup

-Hagamos una startup

Creo que es una frase que he oído varias veces a lo largo de este verano, casi siempre sentados en un bordillo y sujetando una cerveza. Luego he preguntado sobre la última película que se han bajado sin pagar, la app que usan en su versión gratuíta y soportando las publicidades, la música que llevan en el usb del coche o si se van a pasar del Whatsapp al Line por no abonar los 0.89€.

Después pregunto: "¿Y de donde vamos a sacar dinero?".

En ese momento, como si se tratara de un maná, me responden que "de la publicidad" y ahí queda todo.

Una de las cosas que tiene vivir en el sinvivir capitalista es que alguno, al estilo Lugo (Dolor y Dinero), considera que solamente con quererlo con la suficiente intensidad es lo bastante para conseguirlo. "Ser un hacedor", que se podría decir en una mala traducción.
En algún lugar de la psique del ciudadano medio está grabado a fuego el mensaje de la economía de mercado de los años 80 y todas esas imágenes de sanos, ricos y felices que tienen los emprendedores cuando sonríen a las cámaras de España Directo. Se habla muy por encima del esfuerzo y de los impedimentos. Se pone encima de la mesa, como si se pusieran los genitales en una discusión entre machos alfa, la idea y la inteligencia como algo exclusivo de un emprendedor que es, en si mismo, un nuevo escalón en la humanidad evolutiva. No todo el que emprende es listo como no todos los alemanes son ordenados.

Entonces es cuando, sentado en un bordillo y viendo la cartera vacía, te crees que si ha salido por la televisión un tipo que se hizo rico con un juego estúpido de cerdos o con una pulsera magnética que no cura nada pero se agota a 30€, tú no vas a ser menos. Sumergidos en una idea cultural en la que has de ser un genio incomprendido la visión del oasis de la riqueza entorpece el paso previo de la posibilidad de fracaso. Conozco a más de uno que hizo una página web en 1999 y se creyó el nuevo Bill Gates en el momento en el que recibió una carta de Google diciendo que tenía unos cuantos puntos en la tarjeta travel y porque puso un Adwords en su blog, el mismo blog que actualizó durante un mes y luego abandonó como se abandonan las cosas que suponen un esfuerzo.

Los más lerdos fanfarronean en las cenas de ser hábiles hasta límites insospechados en el mundo virtual. Estamos en un momento en el que a la abuela se le abren los ojos cuando le cuentas que vas a hacer un negocio mundial en el ciberespacio. Manuel Torreiglesias te puede llegar a entrevistar para que expliques en qué consiste esa idea revolucionaria y quizá puedes aparecer con zapatillas de deporte en plena pose hipster pero lo cierto es que el ciberespacio está lleno de ideas mediocres que se mueren solas. Porque se llame Internet no quiere decir que sea diferente que hacer ánforas y venderlas en la edad romana. Se mueren igual que se mueren las panaderías y las agencias de viajes: cuando llegas a donde has afirmado que quieres llegar descubres que en realidad no querías estar ahí o que no sabes estar ahí. El comercio es comercio aunque venga a través de un cable de fibra.
Ligarte a esa chica para que sea la madre de tus hijos no consiste en desearlo con la suficiente intensidad, si fuera así no sería tan complicado. Requiere esfuerzo, muchas veces un esfuerzo al que aún no estamos preparados o que quizá no somos capaces de acometer por mera imposibilidad personal de la misma forma que tampoco podemos correr los 100m en menos de 12 segundos por mucho que lo deseemos. Requiere entrenamiento. También requiere que ella esté dispuesta, por supuesto. Ella es el cliente del producto que vendemos siendo los responsables de marketing o solamente los gestores de sus necesidades, abarcables o no.

-Hagamos una startup- que es una frase tremendamente cool, implica hacer un negocio. Independientemente que vivimos en un pais un mundo globalizado en el que nadie quiere pagar por nada (y eso es un problema para ganar dinero) hacer un negocio implica fracasar, esforzarse, pasar noches enteras pensando que esa apuesta fue un error. Implica que cada vez que entre un euro en tu bolsillo aparece hacienda, un sindicato, un banco, un casero, una ley o una multa que se lo lleva. Implica no tener paro si fracasas, no tener tiempo para contar a los demás que tienes una startup porque te estás comiendo los cuernos para lograr sacar un céntimo más.

No es sólo desearlo, aunque los libros de autoayuda y los emprendedores de cuarta división te digan lo contrario.

Será por eso por lo que los que se sientan delante del ordenador haciendo que trabajan ven porno o hacen más ricos a los tipos del poker o de las apuestas online, que es donde se refugian los amantes del dinero rápido y donde pierden sus ahorros al estilo 2.0.

Quieres hacer una startup pero, en realidad, terminas jugando al euromillón.

A veces no puedes, unas no sabes y otras no quieres. Eso es lo que le han pasado a los negocios toda la eternidad. Tampoco vale únicamente con esfuerzo y mucho menos es cierta esa idea que dice que cualquier mierda en Internet es un éxito asegurado, aunque seas un cenutrio.

Luego están todos esos banners que afirman que vas a ser rico, feliz y te va a crecer el rabo.

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