Los jugadores del Athletic Club de Bilbao, hartos de perder y arrastrarse por los campos de juego durante parte de la temporada, hicieron un glorioso partido de balompie el domingo pasado infLingiendo al Atlético de Madrid tres goles como tres soles. Ante tal cambio de actitud y rendimiento los sesudos medios deportivos de este pais se han preguntado cual era el motivo de tal alteración. La respuesta, según algunos, fue la brillante idea del entrenador de contratar a un buen conocido mio, El Mago Oliver, para que les hiciera unos trucos de magia en una sesión privada.
Supongo que es, más o menos, llevar a los niños al circo para ver si así sacan mejores notas.
La psicología de los jugadores de futbol supongo que siempre merece un trato aparte. No son personas normales, y cuando digo normales quiero decir que sean de ese tipo de sujetos que, casi como la mayoría, se dejan los cuernos dando el máximo de lo que tienen para sobrevivir hasta fin de mes. En muchos de los casos son niños semi prodigio que atesoran dinero, coches, mujeres y adulación pública desde que tienen conciencia de si mismos. Hablo, obviamente, de los que llegan a primera desde las categorías inferiores.
Pep Guardiola dió un golpe de gracia con un video emocionante proyectado antes de la final de la copa de europa y los periodistas deportivos, asombrados y emocionados, dijeron que era algo digno de un gran lider cuando, al verlo, parece el trailer de la nueva versión catalanista de Evasión o Victoria.
Hay un chiste de psicólogos que empieza con un psicópata, un narcisista y un tipo maquiavélico que entran en una habitación. Si un trabajador de la construcción, un oficinista y un futbolista entraran en un bar lo más probable es que una ronda la pague el primero, otra el segundo y el tercero les firme unos autógrafos después de que le recuerden durante las dos copas lo estupendo que es.
Cuando suponemos que un grupo de ultrapagados postadolescentes rinden más debido a empujones psicólogicos de la capacidad de un cacahuete creo que algo sigue funcionando fatal por mucho que el beneficiado sea un colega como el Mago Oliver.
Si mañana me compro un Ferrari mis vecinos apostarán seguros porque soy un ladrón o un traficante de drogas. Si de ese mismo Ferrari sale un goleador o un defensa central de primera, les parecerá normal. Si sale un premio nobel, no sabrán quien es.No conozco a ningún premio nobel con Ferrari.
Supongo que lo próximo será ponerles, en las sesiones de entrenamiento, capítulos de los Fruitis o al Conde Draco contando goles. Ya se sabe: psicología infantil con los tintes dramáticos de un mal trailer, psicología del arquetipo de los jugadores de fútbol.
Cuando suponemos que un grupo de ultrapagados postadolescentes rinden más debido a empujones psicólogicos de la capacidad de un cacahuete creo que algo sigue funcionando fatal por mucho que el beneficiado sea un colega como el Mago Oliver.
Si mañana me compro un Ferrari mis vecinos apostarán seguros porque soy un ladrón o un traficante de drogas. Si de ese mismo Ferrari sale un goleador o un defensa central de primera, les parecerá normal. Si sale un premio nobel, no sabrán quien es.No conozco a ningún premio nobel con Ferrari.
Supongo que lo próximo será ponerles, en las sesiones de entrenamiento, capítulos de los Fruitis o al Conde Draco contando goles. Ya se sabe: psicología infantil con los tintes dramáticos de un mal trailer, psicología del arquetipo de los jugadores de fútbol.
Infligiendo, del verbo infligir. Infringir es otra cosa, de eso debe de saber algo un tal Bárcenas.
ResponderEliminarArreglado. Gracias
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