30 de noviembre de 2012

Back to school (1/2)

Dicen que mazinger Z ha cumplido 40 años. Yo uno más, para qué mentir. Lo cierto es que en 1989 abandoné el colegio, que fue ese lugar donde acudí ordenadamente desde los 6 a los 18. Es donde me dieron mi primer capón con 6 años y donde tuve mi primera novia (a la que apenas le cogi la mano) con 14 y porque me ha costado mucho tomar decisiones siempre. Empezamos a salir en el camino que iba desde clase a casa y nos duró el amor un par de recreos. Eran los tiempos del equipoA y del coche fantástico y eran los tiempos en los que Verano Azul ya resultaba una tediosa serie repetida donde Chanquete se moría una y otra vez, pero que daban en verano. Eran los tiempos en los que los dibujos animados los programaban después del telediario y antes de la película de vaqueros que mi padre se veia entre siesta y siesta los sábados, porque los domingos había que oir el carrusel deportivo.

En definitiva, eran los tiempos en los que crecí sin darme cuenta porque en la universidad, y con coche, jugaba a ser mayor.

El caso es que hoy, dentro de un par de horas, me voy a una reunión de antiguos compañeros de colegio a los que hace 23 años que no les veo.

En principio pensé en no ir, en que esa es una de aquellas actividades aburridas que hacen aquellos que añoran como ninguno los tiempos mejores o los tiempos más fáciles que eran por aquel entonces. Después pensé que sería una reunión directamente proporcional al traje porque cuanto mejor sea la prenda mayor será la sensación de fracaso que les pueda recorrer el cuerpo pero eso entra en el agravio comparativo de la verdad. Fantaseé, con la lista de confirmados delante de la mirada, sobre las caras que tendrán algunos y las vueltas que nos habrá dado la centrifugadora del tiempo. Pensé que alguno mentirá o que probablemente yo lo haré también pero también creo que es una forma de quedarme en paz con parte de mi vida. En realidad agarré de los huevos al mote que tenía en el colegio y todos los sueños que abrigaba por entonces y confirmé la asistencia.

Sé que yo estoy más viejo y mucho menos atlético. Sé que alguno de los otros 64 invitados me hará tener envidia y que las primeras miradas serán de un reconocimiento extraño, que es la misma mirada que pones cuando, en un dia de resaca, te intentas adivinar en el espejo. Hablaremos de anécdotas y estaré esperando el primer momento en el que alguno diga "¿te acuerdas cuando...?" y todos pongamos cara de sorpresa cuando digamos que El Boti y El Buitre han muerto.

Algunos tendrán hijos, otros no. Todos, creo, tendrán algún miedo a enfrentarse con otra parte de su vida que se había quedado aparcada. Habrá separados, operadas, gordos, canosos, calvos, básicos y dramáticos cambios a mejor y a peor. Estoy seguro que aquel al que pegábamos de pequeños nos recordará la importante nómina que cobra como si nos quisiera devolver todos los empujones en las escaleras a clase... y es una oportunidad para adivinar si aquello que nos decían en las aulas que se van a quedar encima del lugar donde vamos a cenar es cierto: El tiempo pone a cada uno en su sitio.

No lo creo, pero te lo digo cuando vuelva del colegio.

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