1 de agosto de 2012

La música que rompe el mar de hielo

Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro "Franz Kafka"

Para con el cine creo que la cita es perfectamente extendible. Por supuesto: con la música también. Hace una semana se publicó un estudio que certifica esa idea tan adulta en referencia a las generaciones que nos siguen y que afirma que las canciones de ahora son un horror repetitivo, soso y falto de gusto respecto de la excelencia creadora de nuestro tiempo o de algún tiempo anterior.

Si me fijo en ese tipo de personajes, al estilo "Jeta" (de caradura), que se pasan la mayor parte del tiempo diciendo que son músicos pero tienen, en sus directos, las manos en alto como si fueran unos animadores de piscina  en cualquier hotel de Benidorm, es probable que esté de acuerdo. Es más, creo que la industria de la música, como cualquier otra industria, ha descubierto lo arriesgado que es apacerer apostando por un producto nuevo en vez de por algo sea más de lo de siempre, como si Malú fuera la Rocio Jurado de nuestro tiempo y Alejandro Sanz el nuevo Raphael. Probablemente porque para novedades siempre nos quedará Internet.

Así que atravesando ese lugar que es un hacha entre el amarillo de la meseta y el azul y verde de Cantabria llamado Aguilar de Campoo dejo que suene el cd y le pregunto a una pre adolescente de 14 años sobre la música que escucha. Me dice que esas cosas sosas que dan por la radio no le gustan pero que las oye. Me dice que quizá, si tuviera que elegir algo, Hip Hop, pero el que dice cosas interesantes. Le gusta porque es capaz de entender las letras y, tras un momento, afirma que el otro día, sin saber cómo, estaba buscando algo de Tupac en Youtube (que son los 40 principales para la adolescencia) y descubrió a una chica que tocaba muy bien la guitarra, pero que no recuerda el nombre. Me dice que los Red Hot Chilli Peppers le suenan viejos y que muchas de las canciones que yo escucho las conoce porque las ha oido en algún anuncio, pero poco más.

Me dice, envalentonada porque parece que le escucho, que ella busca más allá de lo que le lanzan desde los medios como si las modas pudieran ser impuestas desde algún despacho discográfico y que está convencida que a mi generación le dijeron lo mismo desde la generación de mis padres. Afirma, y en eso tiene razón, que seguro que la radio vomitaba basura casi de la misma forma que lo hace ahora pero hace 20 años.

Y se queda tranquila esperando mi sentencia.

Yo no respondo y me pide, con curiosidad, que vuelva a poner lo que acaba de sonar.

Y acababa de sonar Stairway to Heaven, que es la canción que te lleva al infierno si la tocas al revés.

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