7 de junio de 2012

Hacia comportamientos salvajes (de otros)

- Te llamé todos los días y nunca me respondiste. ¿Sabes lo duro que es eso?
- No más duro que estar todas las noches esperando que sonara el teléfono para no cogértelo.

Definitivamente el comportamiento humano es extraño.

El cerebro contemporáneo, como si fuera una enorme máquina de ajedrez, juega a las diferentes probabilidades estadísticas que pueden llegar a tener nuestros actos. En realidad muchas de las acciones que nos gustaría realizar se ven coartadas por las consecuencias sociales, morales o personales que nos imaginamos como resultado de las mismas. Eso mismo es lo que, en más de una ocasión, nos hace comportarnos como si fuéramos unos estúpidos.

"La libertad"- me decían hace un rato en una enseñanza moral interesada- "no reside en la cantidad de cosas que se pueden hacer hacia afuera sino en la capacidad de hacer efectivo todo aquello que uno realmente quiere hacer por si mismo". Más o menos viene a decir que confundimos la libertad con hacer cosas variadas cuando lo cierto es que la libertad es poder dejar que aquello que nos va brotando desde dentro se haga realidad.

A veces la libertad tiene el componente bucólico de la película "hacia rutas salvajes" y nos obliga a romper con todo para poder llegar a encontrarnos en algún lugar lejano. Quizá por eso vivimos en un mundo de nómadas modernos que sienten la necesidad de escapar para no convertirse en algo que afirman que no quieren ser (o que no son capaces de afrontar)
A veces la libertad está debajo de tus pies de la misma forma que el mejor bar es ese garito pequeño y grisáceo en el que eres capaz de tener la sensación de "casa" mientras puedes ser tú mismo delante del camarero en vez de tener que fingir, entre las luces de neón de un local de moda lleno de almas vacías, que eres alguien diferente porque sabes, socialmente hablando, que esa actitud resulta relacionalmente mucho más rentable.

Lo difícil entonces es poder adivinar hacia donde te van llevando esas prioridades que son exclusivamente tuyas y que el ser humano moderno ha ido tapando poco a poco porque es mucho más sencillo satisfacer a un padre, un jefe, una pareja o a un supuesto comportamiento social.

Ser uno más resulta mucho más sencillo que ser uno mismo en este mundo de egos mal entendidos donde más de un comportamiento tuvo como respuesta matar el propio para actuar como lo que creímos que era el deseo del ajeno y se nos olvidó, en ese caso, qué es lo que estábamos buscando.

Por eso, quizá, alguien sufrió esperando que sonara el teléfono para no cogerlo cuando, en realidad, quería hablar contigo.

Pd: y todo esto tiene algo que ver con un buen texto del Sr Casciari.

2 comentarios:

  1. es que es muy difícil salir de los moldes en los que estamos acostumbrados a vivir. Organizamos nuestra vida como poco a poco se va configurando. Sí a veces eliges pero otras no te queda más que amoldarte a lo que viene y al final eres lo que haces, lo que te hacen y lo que estás dispuesto a modificar. Coño, ¿qué quería ser yo?
    Tal vez la felicidad esté sobrevalorada y la libertad no sea más que eso: una palabra sin definir.

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  2. Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos:es la mente la que hace al hombre libre o esclavo.
    La verdadera libertad consiste en el dominio absolutode uno mismo.

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