Aunque en más de una faceta nos tranquiliza pensar en conceptos de buenos y malos (poniéndonos en el lado de los buenos) tenemos que afirmar que personajes como el de Steve Martin en "La pequeña tienda de los horrores" son absolutamente ficticios.
Pero es lógico pensar que la necesidad humana de simplificar nuestro entorno y reducir el campo de grises para que todo sea blanco o negro es lo que nos lleva a pensar, en más de una ocasión, que si acaso nos estamos convirtiendo en pacientes o deberemos ser Bill Murray y su afición por el sado.
En realidad convertirnos, comportarnos o creer que las personas y nosotros mismos nos hemos convertido en personajes límites monocromáticos es volver a jugar como cuando de pequeño un grupo de chicos persigue con pistolas a otro con plumas, como cuando los de un colegio quedaban para pegarse con los del otro, como cuando crees que si no te responde es que te la está pegando, como cuando haces subir y bajar en el cerebro la sinusoide de la felicidad a base de tus propias convicciones o, simplemente, cuando crees que has nacido para sufrir o hacer daño. Y eso son personajes que hemos aprendido a creernos: el bueno, el feo, el malo y el sado.
En realidad no existen pero hay un mecanismo mental que nos encanta que lo simplifique así.
en el video, el que aparece es el cleptómano (vulgarmente conociudo por mangante) y de eso sí tenemos algo (o bastante)
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