Supongo que tendría aproximadamente 5 o 6 años. Vivíamos en una casa de aquellas en las que la cocina era el centro neurálgico de la vivienda, aunque en este caso se encontraba a mitad de camino entre ese pasillo que empezaba en el salón, terminaba en mi cuarto y fue algún lugar en el que monté en pequeñas bicicletas.
Desde la cocina, si me subia a una silla mientras mi madre estaba en uno de esos fregaderos de obra con marmol y baldosines blancos, podía ver el patio que formaban las casas de la manzana. Abajo, casi como si fueran autómatas aleatorios, jugaban los chicos sobre la tierra gastada haciendo ruido mientras ellas se quedaban más tranquilas en algún lateral y en corros.
-¿Puedo bajar?- creo que le dije alguna vez a mi madre.
-Cuando acabes tus deberes- supongo que me respondió con ese refranero del tipo "primero la obligación y luego la devoción"
-Cuando acabes tus deberes- supongo que me respondió con ese refranero del tipo "primero la obligación y luego la devoción"
Así que me bajé de la silla, eché una mirada al canario amarillo que piaba en la cocina y me fui despacio dejando a un lado primero el baño, después la habitación de mis padres, la de mi hermana (que tenía enfrente un armario donde me escondía siempre que no quería que me encontrasen) y llegaba después, en mi lugar, hasta una de esas tablas que salen del armario y que era mi mesa de trabajo.
Casi con las piernas colgando, un jersey rojo y unos pantalones cortos, hacía mis tareas con absoluta precisión.
Después volvía a la cocina y aunque todavía quedaban niños jugando en el patio, ya no tenía ganas.
Creo que nunca bajé a jugar sobre la tierra de aquel patio que era como la tierra prohibida, pero sacaba muy buenas notas.
Más tarde, muchos años más tarde, pensé que todas aquellas personas sin criterio que se convierten en psicóticos de un partido político, un equipo de futbol o una cuadrilla eran incapaces de pensar por si mismos, por lo que no acatar unas siglas, unos colores o un ceremonial social les hacia más capaces de llegar a la verdad.
Pero eso es justificarme por no bajar a jugar (y nunca perteneciera a nada), aunque sacara muy buenas notas.
Pd: ...y todo esto me viene a la memoria después de leer que las personas con prejuicios están socialmente en desventaja.
Y ¿QUIEN NO TIENE PREJUICIOS? LO QUE TENMOS DE DESVENTAJA ES QUE NOS PERDIMOS ESA PARTE DE LA INFANCIA OCUPADOS EN LABRARNOS UN FUTURO DE PROVECHO.
ResponderEliminarSEGURAMENTE POR ESO, POR DEFRAUDAR ESPECTATIVAS MATERNAS, MI MADRE NUNCA HA ENTENDIDO LO QUE HE ELEGIDO EN LA VIDA NI EL TRABAJO QUE TENGO (Y ESO FORMA PARTE DE MI TERAPIA PSIQUIATRICA).
LOS NIÑOS DEL PATIO (EN MI CASO ERA LA CALLE CON TERRAPLEN) FUERON FELICES EN SUS JUEGOS (IGUAL NO TANTO EN LA ESCUELA)PERO ESO NO LES IMPIDIO SEGUIR SIENDO FELICES EN SU VIDA POSTERIOR. ES MAS CREO QUE MUCHOS LO TUVIERON Y LO TIENEN MAS FACIL: AL NO PARTIR CON OBJETIVOS A CUMPLIR TIENEN MAS FACIL TRIUNFAR.
UN AMIGO MIO ME DICE QUE PIENSO DEMASIADO, QUE LA VIDA ES COMO VIENE Y YA ESTA. NO SE, LO PENSARE.