El bolso de una mujer es, por su opacidad y su capacidad casi infinita, el gran objeto del misterio en el que se basa la diferencia entre los sexos. Nosotros llevamos las llaves, la cartera, puede que el movil, en el caso más optimista quizá unos condones y, sinceramente, poco más.
Yo he visto sacar, a lo largo de la misma tarde y del mismo bolso, un botellin de agua porque tenía sed, una manzana porque tenía hambre, un cepillo porque se despeinó con el viento, un paraguas plegable cuando llovió, un cepillo de dientes después de cenar y, en aquel caso de hace más de 10 años, un secador de pelo la mañana siguiente en la que deduje que, por lógica, también llevaba bragas de recambio.
Puedes preguntarte, porque yo lo he hecho, si acaso habían pensado en la seguridad absoluta de la confraternización sexual mientras ves como van colocando sobre la repisa de tu cuarto de baño la crema exfoliante, un pequeño cepillo de dientes de viaje con su pasta dentífrica, el lápiz de labios, un poco de rimmel, diferentes tonalidades de colorete y un conjunto de ropa interior perfectamente conjuntada.
En ese caso te miran como queriendo hundir parte de tu masculinidad en un pozo séptico y te dicen eso de "No, tonto, lo llevo siempre. Nadie sabe qué puede pasar".
Y entonces recogen todo aquel maremagnum de cosméticos, lo introducen de nuevo en su pequeño bolso sin fin, te dan un beso mientras sonríen y se van a casa o te esperan, mientras buscas las llaves, a que las lleves a la suya.
Será por eso por lo que los magos ya no sacan conejos de los sombreros, porque no son sombreros, son bolsos de mujer. O porque todas las mujeres que llevan bolso son magos. Lo desconozco.
Jajajaja…Realmente es así!! En el fondo todas tenemos un poco del alma de Mary Poppins dentro y no sólo me refiero al tema del bolso ;)
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