La calle está vacía. Sobre el fondo, haciendo el mismo sonido que el trigo con el viento, suenan los coches en el asfalto mojado. La mano en el bolsillo que saca una caja de cerillas pequeñas. La llama luce antes de quemar la madera y con las manos Juan hace un refugio para ella. Aspira el humo del tabaco y piensa que su peso es la diferencia entre el cigarro antes de encenderse menos la ceniza y la boquilla. Echa despacio el aire gris y ante sus ojos las luces de neon que anuncian: “El club de los imposibles”. Ironiza. –Bienvenido al club de los imposibles.
Una vez empecé una historia que comenzaba exactamente así. No era una historia de perdedores, aunque poseía ese ambiente grisáceo de las barras de los bares gastados.
Lo cierto es que cuando vislumbro en televisión aquellos reflejos de la nueva juventud que pasea de fiesta en fiesta por las costas españolas creo que puedo oir el eco que existe entre mi concepción de una buena noche y aquello que nos grita el desenfreno errático de hombrecillos sin vello corporal, alcohol en el cuerpo, ojos abiertos tras una noche sin descanso y jovencitas que aún posan con los zapatos en las manos mientras amanece a sus espaldas con algún mar al fondo tras haber asistido a una intelectual fiesta de la espuma.
Será que me estoy haciendo viejo, que me gusta hablar con la gente, que por las noches no tengo ninguna prisa por que me suceda nada o porque ayer, al entrar en un pequeño local, me encontré con esto:
y me sentí como Juan en el club de los imposibles porque tengo vello corporal, aborrezco las drogas, disfruto con la conversación, consumo largas copas en su justa medida y adoro levantarme por la mañana después de dormir con un pijama calentito, aunque lo tenga que dejar 5 minutos sobre la estufa mientras me lavo los dientes.
Pd: Cumplo 40 en menos de 3 meses, es eso.(y hoy es el 14 cumpleaños de mi sobrina)
Festival de eurovision en el año 1998, fecha 9 de Mayo, Ganador/a: Dana International, 13 años.
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