Empieza el partido.
Mucho me temo que el campo se llenará de aficionados extremistas de esos que consideran que los jugadores de su bando son unas almas de cántaro que reparten flores mientras los de la camiseta contraria reparten estopa
Empiezan las elecciones
Mucho me temo que los telediarios se llenarán de afiliados extremistas de esos que consideran que los políticos de su bando son unas almas de cántaro que reparten felicidad mientras los del partido contrario roban.
Y, en medio, como si fuera un árbitro al que todo el mundo insulta, están aquellos que desearían que ninguno pasara a la siguiente eliminatoria pero entienden que alguno tiene que ganar aunque les encantaría que existiera la posibilidad de la eliminación doble para dejar el congreso como algún premio literario: desierto (que ahí tenemos a Belgica, sin gobierno).
La cultura americana del norte, que se supone que es mucho más lista en sus procedimientos que la arcaica sociedad europea, ha decidido hace tiempo que el empate nunca es una solución válida. Ese es el problema principal por el que el fútbol (scoccer) no se convierte en un deporte estrella aunque lleva consigo el punto a favor de ser una competición con reglas que un simio sería capaz de comprender (excepto el fuera de juego).
Los estadounidenses tienen dos equipos: el que invade paises malos y el que mata a personas malas. A veces gana uno y otras veces gana el otro.
Los europeos tenemos la izquierda y la derecha, pero también tenemos la izquierda izquierdosa y la derechona.
Los españoles tenemos la izquierda, la derecha, la izquierdosa, la derechona, el nacionalista derechon y el nacionalista izquierdoso.
Y en las elecciones municipales tenemos a la izda, la drcha, la derechona, los nacionalistas de drcha y de izda, las asociaciones de vecinos de uno, de otro bando y algún candidato independiente.
Los británicos, adalid de la democracia, acaban de negarse a cambiar su sistema electoral para que las ideas menos populares pudieran tener también una representación pero resultaba un sistema que requiere de cierta capacidad mental, por lo que está abocado al fracaso aunque lleve siglos funcionando en Australia
Nosotros, por nuestra parte, nos enfrentamos a un sistema electoral en el que un tipo con los votos de su comunidad de vecinos puede ser quien incline la balanza en una dirección u otra porque los partidos que sufren la elefantiasis del poder siempre se llevarán la contraria.
En realidad parece ser que no cuentan las elecciones sino el sistema con el que se contabilizan esos votos que, cuatro años después y gane quien gane, parecen esparcidos por el retrete de las urnas.
Por mucho que ahora los mítines parezcan arengas de fanáticos futboleros muchas veces suenan a pantomima en un juego que parte de unas reglas equivocadas porque gane quien gane, gana el otro en un oculto sistema bipartidista.
Y desafortunadamente el #nolesvotes es tan inútil como dejar de respirar hasta ponerse azul
Son las reglas del juego las que han convertido a nuestros jugadores en mierda con corbata que juegan a indios y vaqueros con nuestro sistema. Un sistema que ha permitido que Jesus Gil o Ruiz Mateos se vieran con representación pública cada vez que lo han solicitado o que un travesti con los labios operados como es Carmen de Mairena obtuviera un número de votos mayor que propuestas, acertadas o no, generadas por políticos de profesión.
Sin embargo yo, personalmente, iré a votar (pensando en términos exclusivamente municipales, que es de lo que se trata) después de vivir una campaña electoral vomitando al verles echarse en cara mierda como panes (porque es más rentable el insulto que la propuesta) y esperando que algún día el sistema pudiera cambiar para hacerlo más justo, lo cual es tan profundamente utópico como pensar que cuando un jugador de Madrid zancadille a uno del Barca alguno, desde la grada, no pida la pena de muerte para el del equipo contrario.
Claro que a los directivos de los equipos, como a los presidentes de los partidos, les alegra observar el fanatismo a muerte de sus socios, o de sus votantes. Y los aficionados resignados han asumido que hay que ser del Barca o del Madrid, sin opciones a los demás. Fútbol es política fútbol. También hay algún futbolista bueno.
no entiendo tu escepticismo acerca #nolesvotes
ResponderEliminarEs la discusion repetitiva de cada vez que hay elecciones. Como ninguno me vale , no les voto y pienso que se preguntaran el motivo por el que una persona con cerebro se siente tan poco representada por las opciones de gobierno que se plantean.
ResponderEliminarPero tenemos un sistema que , al no votar, premia a los partidos mayoritarios.
Y tambien, ese mismo sistema, perjudica a opciones minoritarias.
Con lo cual se deduce que vivimos en un bipartidismo apestoso donde CiU o el PNV pueden tener mayor peso específico sobre extremadura que IU, aunque IU tenga más votos. Como es lógico al PNV y a CiU les importa bien poco extremadura (y es un ejemplo).
El cambio viene por una alteración de nuestro sistema electoral, sin saber yo cual es el bueno y, por supuesto, por una exigencia incuestionable de los votantes para con la realizacion correcta del trabajo de los políticos casi como si fuera una empresa en la que si no lo haces bien te despiden.
Claro que suena a utópico
Pero exactamente igual de utópico que pensar que la abstención o el voto disperso en cientos de minorias pueda cambiar algo.
Por eso el #nolesvotes está bien como queja, pero mal como respuesta.