14 de enero de 2011

Obsolescencia social


Hace unos días nuestra cada vez mejor televisión pública programaba el documental superior. Habla de una de esas cosas que nos indigna pero ya sabíamos: que se diseña para que los productos no duren para siempre porque eso no es rentable para las empresas ni parece tener el beneplácito de ese grupo de consumidores compulsivos que gustan de ser estafados que somos todos nosotros.

"Cada vez dependemos más de los objetos para nuestra identidad y autoestima. Eso es consecuencia de la crisis de aquello que solía darnos identidad como la relación con la comunidad, la tierra o aquellas cosas sencillas que el consumismo ha reemplazado."-se dice casi al final del reportaje.

Consumiendo 50 minutos de tu tiempo en sentarte y escuchar puedes llegar a la conclusión infantil que somos piezas engañadas sistemáticamente por un grupo de empresarios hipócritas que se han dedicado a lo largo de los años a estafarte para crearte necesidades de consumo que no tenías o reemplazar productos que te vendieron como eternos pero tenían un chip que marcaba su final, como si fueran replicantes con forma de tostadora.

Puedes indignarte con la hipocresía de empresas como Apple que juegan a decirte lo estupendas que son pero les importa muy poco la ecología o tu propia satisfacción y, sin embargo, siguen gastando grandes cantidades en convencerte de sus mentiras.

Lo cierto es que, y ahí está esa innata postura humana, no podemos jugar el papel del usuario retrasado que es manejado a voluntad por las infames compañías. Nosotros somos responsables de todo aquello que consumimos y nosotros mismos somos los que, moda en mano, vamos abandonando productos, amigos y amantes de la misma manera que se mandan email descontrolados cuando tienes la sensación de que es gratis y nunca se piensa que tiene un contenido, un receptor, un cable electrificado o un servidor que almacena tu texto y para el que que se consumió un trocito de planeta en su construcción.

Lo que ha sucedido es que un grupo de avispados y avaros empresarios descubrieron lo sencillo que era que cambiaras de móvil cada año, de coche cada 5, de camisa cada temporada o de amante cada seis meses mientras te convecían que hacer eso era ser moderno y estar a la última.

La situación de crisis contínua en la que ahora parece que vivimos siempre pensé que tendría como positivo la reorganización del consumo. Soy de ese tipo de idealistas que consideran que las cosas no deben de ser más nuevas sino mejores. Sin embargo, tras el mostrador de una tienda de informática, la única manera con la que logré no vender producto basura era sencillamente no teniéndolo porque es muy dificil convencer a un cliente que debe de comprarse lo que necesita y, dentro de lo que necesita, lo que vaya a durar más. Me casé de vender portátiles Acer de 400€ que el cliente consideraba que debían de durar eternamente y que eran lo mismo que un buen Toshiba de 1000€.

La informática es un buen ejemplo para toda esta cultura del consumo. La potencia del ordenador que llevó al hombre a la luna es menor que la de tu móvil pero si el nuevo equipo que quiero comprar no tiene 4gb de ram no lo quiero. Las aplicaciones de hace 5 años te valen perfectamente para consultar el Facebook, guardar las fotos de las vacaciones y escribir 3 cartas que nunca imprimes, pero consideras que tu software está obsoleto. Los freaks de la tecnología son las fashion victims del silicio. Sin embargo ayer mismo un ufano señor, con una mala copia de plástico (llamada EPAD) comprada por 140€ me preguntaba el motivo por el que los videos en aquella tableta funcionaban a saltos. "Porque- le indiqué encendiendo una tableta de 800€- este producto es una basura, señor.". Y ejecuté el mismo video en ambos productos con la diferencia técnica obvia. Me miró como si me hubiera orinado encima de su gato y estiró la espalda "Si- respondió- pero por lo que cuesta esa me puedo comprar 5 de estas". ¿La necesita?. No, pero le encanta ir con ella por la calle para que le vean. Creo que es capaz de llevar las 5 sin saber usar ninguna. Le pasa lo mismo a muchos compradores de iPhone

Es perfectamente cierto que la sociedad de consumo se basa en la producción contínua y quizá por ello la mayoría de los productos no están diseñados para durar siempre aunque también eso es un reflejo de nosotros mismos, de nuestra estúpida sociedad y nuestro tonto esnobismo que disfruta enseñando el nuevo móvil a los amigos, la nueva televisión a las visitas, el nuevo coche a los que ves todas las mañanas en la misma caravana y el nuevo muy atractivo amante con el que quieres certificar que eres una persona moderna ante los demás, aunque lo uses para lo mismo que usabas el anterior y con un resultado menos satisfactorio.

Lo moderno y lo inteligente es encontrar algo que quieras quedarte para siempre. Costará más. Tendrá un complejo mantenimiento. Le cogerás el mismo cariño que a alguna de esas imperfecciones que te certifican como una persona única con necesidades básicas. Los buenos productos tienen corazón, te son fieles, te querrán siempre y son más caros.

Pd: se ha puesto de moda la copia China del anillo de compromiso de boda del príncipe de Inglaterra. Deja ronchas en los dedos. Es nº1 de ventas. Lo hacen niños asiáticos en fábricas sin medidas de seguridad.

1 comentario:

  1. Mucha razón, y me ha hecho gracia especialmente la tostadora replicante (suena a brillante protagonista de cómic).

    Ojalá las cosas buenas abundasen, pero ya es difícil encontrarlas, y mucho más valorarlo como tal una vez lo tienes. Me haces recordar que hay que hacer el esfuerzo continuo de recordarlo, ya que aunque con ojos, muchas veces caminamos ciegos por la vida.

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