Protestas en Francia
Protestas en Londres
Protestas en Grecia
Mientras tanto, en un lejano lugar llamado España:
Hay una cosa que me intranquiliza. Cuando se empieza a hablar de recortes y de despidos, de bajadas de sueldos y de incrementos impositivos en algunos lugares las masas salen a la calle con palos y piedras. Se rebelan con furiosa cólera contra el sistema que les hace responsables de solucionar algún problema del que no se sienten responsables. Lanzan mobiliario público contra las fuerzas de seguridad que han de mantener el equilibrio a toda costa. Cierto es que en Grecia la movilizaciones fueron sangrantes, quizá porque fueron las primeras y porque afectaron a los camioneros, que siempre son especialmente beligerantes. En Uk afectan a los estudiantes (como en Italia), que aún viven la postura romántica de la nueva revolución cultural que se supone que está en sus manos. Pero en Portugal, en Irlanda y en España, que nos afecta a todos, vive la idea general de la imposibilidad de enfrentarse a aquellos sangrantes sacrificios que nos van a tocar los modos de vida de cada uno. Vivimos con esa desidia para con lo que se nos imponga sin darnos cuenta de aquellas reglas democráticas en las que se supone que la masa puede hacer modificar políticas y gobiernos. Probablemente el triunfo de las grandes democracias modernas es hacerle creer al votante que no puede hacer nada para cambiar un sistema que no le gusta y que le trata de mala manera, como una esposa de la que no puede divorciarse.
Se acaba de publicar el libro con las fotos del único momento en el que todos los españoles nos movilizamos (aquí, en Atenas, en París, en Londres o en algún bar de los profundos Estados Unidos donde nos pillara y donde quizá recibimos algún sms de un compatriota): La final del mundial de futbol. El libro se llama "La España Fantasma" y se parece sospechosamente a la capacidad de expresión de queja de la que dispone nuestra maltrecha escala de valores social: un vacio en las calles.
Los laberintos burocráticos se hicieron para hacernos creer capaces de poder cambiar el sistema mientras el sistema hace con nosotros lo que quiere haciéndonos pasar de ventanilla en ventanilla.
..y tampoco es cuestión de ir por ahí quemándolo todo.
Claro, aquí estamos más preocupados por criticar las miserias de la casa ajena, o por culpar del desparrame económico a los beneficiarios de algunas ayudas sociales (las que no nos tocan, generalmente).
ResponderEliminarNos olvidamos que lo que pasa ahora es, básicamente, lo que ha pasado siempre: los ricos quieren seguir siéndolo a costa de los demás.
Tal vez sea eso, que nos creemos ricos, por lo que nos importa un carajo todo: a nosotros no nos va a pasar nada.
Realmente, en esta españa de gobernantes títere y barrigas satisfechas, quien manda es el capital y ahora quiere estrujar a la gente (así nos llaman los políticos de hoy en día) para seguir ganando el dinero que consideran sólo suyo.
Pero nosotros tranquilos, que vamos bien.
hace poco murió un ilustre sindicalista y después de oir lo sufrido en la vida y la cárcel, solo pude alegrarme por su óvito: al menos morirá sin ver perdidos todos los derechos por los que luchó y sufrió.