25 de octubre de 2010

Hipócrita indignación de titulares obvios


Esta semana los medios más afines al gobierno y los políticamente correctos se indignaban de que al alcalde de Valladolid le parecia Leire Pajin una mala copia de Peggy, la cerda de los teleñecos.

Hoy que Fernando Alonso (también llamado el Cuellotoro) se haya alegrado que Webber se la haya pegado y Vettel se haya roto parece ser poco correcto porque aunque son incidencias del juego, es poco elegante.

Sin embargo todas estas noticias me resultan perfectamente coherentes porque en una guerra la gente mata a gente, en una disputa política no sientes aprecio por tu oponente y en una competición deportiva lo importante es ganar, a costa de lo que sea.

Pero parece que a nuestro asquerosamente hipócrita primer mundo le encanta pensar que los parámetros de funcionamiento siempre son correctos. Que nos importan los necesitados más que nuestro propio bienestar y que invadimos paises para darles amor y felicidad y no para quedarnos con sus materias primas.

Cuando te prometen amor muchas veces quieren únicamente sexo. A veces , para conseguir sexo, te toman la mano debajo de la mesa y te miran con ojos de cariño. A veces descubren que tienen que apabullarte sexualmente para que descubras cuánto las quieres. Otros días prometes sexo cuando quieres despertarte a su lado. La mayoría de las noches piensas en sus piernas cabalgando sobre las tuyas antes de dormir para prometerte que nunca más lo volverás a hacer. Hay momentos en los que lo que deseas te hace comportarte de aquella forma que logrará el objetivo marcado, como en una mala guerra de intereses.

Luego, cuando alguno nos descubre que hemos matado a alguno o que hemos sido poco elegantes, nos enfada como si fueramos estercolar lleno de amargura y de indignacion de modernete (que no de modernista). Es como cuando adivinas asustado que para lograr muchas cosas se usan caminos alternativos perfectamente válidos en nuestra sociedad llena de intereses donde prima el resultado más que el camino tomado. Mis profesores de universidad nos proponían problemas que debíamos resolver con ayuda de los apuntes y los libros que quisiéramos sin importar el camino para ello porque lo que importa es que no se caiga el puente mucho más que de donde saquemos el hormigón.

Nos apasiona pensar que las reglas de juego son éticas y aceptables, que éramos vírgenes antes, durante y después de conocernos, que no se hacen chistes sobre el enemigo y luego nos asusta descubrir cuan lejos está la vida real de la verdad.

Pero queremos que el puente no se caiga y algunos hacen titulares de ello.

Pd: un abrazo para Ignacio Escolar, pero es que hay dias que me cabrea mucho su tremendo partidismo irracional.

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