Hace unos años, cuando apareció en escena una muchachita alternativa al estilo macaco (es decir, progre de postal), tuve la oportunidad de asistir a un festival en Santander donde actuaban diferentes personas y personajes. Loquillo hizo de Loquillo comportándose exactamente igual que como nos asombraba a todos en los años 80. Bunbury hizo, como es habitual en él, una actuación brillante. Entonces apareció Bebe. Saludó con desparpajo y nos presentó a su banda. Dijo: "ahora mis colegas os cantaran unas canciones". Se fué. La banda de mangurrinos que la acompañaban se corrieron una juerga flamenca de casi una hora. Ella salió, cantó lo de malo, malo... y se fué. Y prometí odiarla el resto de mis días.
Desde entonces hasta hoy ha sacado algún que otro disco mientras ha jugado a hacer de ella misma y se ha puesto las medallas que las mismas personas que creen que El Canto del Loco o Pereza es música alternativa la han colocado en la solapa.
De la misma forma que Pitingo se ha llamado a sí mismo el rey de la fusión flamenca parece que esta buena mujer quiere seguir los pasos de la verguenza cultural española que podría ser ver a Isabel Pantoja cantando un rap o Dyango disfrazado de cantante New Age.
Pitingo asesinó a Nirvana.
Bebe intenta hacer lo mismo.
Y además mancilla la memoria de Carlos Berlanga con un supuesto tango infumable.
La diferencia entre la oreja de Van Gogh y esta buena mujer es que aquellos no tienen tanta desvergüenza. Me he prometido odiarla un poco más. El arte es libre, sí. Kurt y Carlos se están moviendo en sus tumbas con bastante razón.
Eso es como si en un botellon hicieran un homenaje a Julio Iglesias, no cuadra mucho. Supongo que la noticia es el asesinato de un tema. La madre que la pario, que petarda!
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