11 de junio de 2010

Tu y yo: enfermos mentales

Un estudio sobre las enfermedades mentales de los habitantes de Nueva Zelanda afirma que a la edad de 32 años el 49,5% de la muestra nueva había experimentado al menos un episodio de trastorno de ansiedad; el 41,4 por ciento había experimentado depresión; la dependencia del alcohol el 31,8% y la dependencia de marihuana un 18 por ciento.

Con ello han legado a la conclusión de que la mitad de nosotros experimentaremos algún tipo de enfermedad mental a lo largo de la vida.

De todas formas hay que estar tranquilo ya que como yo he tenido ansiedad, depresión y me he agarrado un par de melopeas, ya tengo dos de 3 y así os dejo que seais perfectamente equilibrados en vuestras vidas porque ya me encargo yo de mantener la estadística.

Lo cierto es que a base de generalizar los diferentes problemas mentales que se supone que pasan por nuestra vida existe un determinado tipo de persona que se podría definir como "hipocondriaco mental". No está triste, sino que tiene una depresión. No cambia de humor, sino que es bipolar. No es reservado , sino alexitímico. No le cuesta conocer gente, sino que sufre de mutismo selectivo.

Y resulta que en vez de comportarnos como pequeños superhéroes, en un arranque de metáfora disfrazada de noticia, los males mentales nos detienen como han detenido a los que se disfrazaban de Batman y Superman en L.A y nos entristece reconocer que somos humanos.

Aunque conozcamos las grandes bondades del efecto pigmalión que nos empuja o aunque lo que no te mata te hace más fuerte y nuestro cerebro sea tremendamente capaz de hacernos mucho bien resulta que, haciendo uso de la eritrofobia general, nos encanta considerarnos enfermos mentales.

También es cierto que en otro estudio han determinado que la palabras que utilizamos habitualmente, como si fueran un jardín lleno de flores, se componen de flores buenas y malas, palabras con buen y mal significado. La utilización de unas u otras nos hará tener una idea de nuestro entorno mejor o peor. Aunque algunas de los 100 millones de palabras del estudio (y de las malas) no tienen su contrario en positivo (por ejemplo: asesino, en positivo, no existe) se ha determinado que en el 83% de los casos se usan palabras positivas. Eso quiere decir que tendemos, como quien carga a un lado más que a otro, a ir por la senda de la felicidad. Quizá ese es el éxito repetido de las historias enternecedoras de bella factura feliz.

Será por eso por lo que estamos locos.

3 comentarios:

  1. Como posibles positivos de asesino, se me ocurre soldado (y en este contexto héroe), torero (para algunos es un asesino), verdugo, ...

    Hay que aprender a gestionar bien nuestras debilidades, quizás el primer paso sea entenderlas en otro contexto.

    Pero sin caer en el optimismo incondicional.

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  2. Contrario de asesino: "dador de vida". No hay una palabra (porque semental no me vale) en positivo para eso.
    Lo de torero como palabra positiva un buen amigo amante de las energias verdes, el amor global y eso de que todos somos buenos tendria algo que puntualizar. no seré yo. Soldado tampoco suele dar mucha vida... a no ser que este en misión humanitaria con un par de mosquetones... en fin...

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  3. Yo creía que una "palabra en positivo" era otra con el mismo significado por con un matiz positivo, no un antónimo.

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