Verte desde fuera.

En algunos de mis momentos más bajos siempre miré con envidia a aquellas personas que eran capaces de ir a un bar, sentarse junto a una cerveza y terminar conociendo a gente que les acogiera como uno más. Supongo que esa capacidad innata de relacionarse es algo con lo que yo no nací aunque he reconocer que, como dice la canción, si me das un mapa sigo el recorrido. Es decir, que si me das conversación soy un tipo tremendamente afable, locuaz y comunicativo. Un gran tipo, que puñetas.

Ese rubor que me embarga cuando siento la necesidad de hablar con alguien y que me atenaza si me voy a un bar donde pienso constantemente que todo el mundo me mira pensando en lo miserable que parezco (A lo "Barfly", la pelicula). Así que terminó la cerveza y me marcho a casa, donde me ahogo con mucha mayor intimidad.

Resulta, dicen los que estudian estas porquerías, que ese rubor viene de la incapacidad personal de vernos desde fuera. Nos enfocamos excesivamente en nosotros mismos sin poder percatarnos que somos exactamente como cualquier otro y que cualquier otro ha pasado , precisamente, por la misma situación.

Por ese mismo motivo explican que con unos sencillos ejercicios que nos hagan tomar otros roles podemos darnos cuenta en un par de días de la real situación que tenemos dentro del mundo, de lo más o menos importantes que venimos a ser y cómo, a base de ver un video de nosotros mismos, vernos desde fuera nos puede hacer perder ese miedo al rubor.

Es lo mismo que ver una ciudad desde dentro, como un ogro que te come, a verla desde lejos con esa sensación que te comunica.

En la foto: Bilbao, 26 grados. Sol. Vista desde fuera. Ejercicio para hoy: verme desde fuera, salirme de mi cuerpo. Veré Alien otra vez.