Javier Krahe, que habría de ser estudiado en la universidad como uno de los mayores ejemplos de lo que debería ser parte del españolito de a pie de los últimos 30 años (y sin querer ser él ejemplo de nadie ni de nada), ha descrito desde la realidad de la masturbación contemporánea hasta la manera que tuvo Felipe Gonzalez de estafar a quienes le votaron por oponerse a la OTAN y luego llenar Torrejón de bases americanas.
En realidad Javier es un tipo pequeño y sencillo que se ha empeñado en ir por ahí diciendo lo que le parece oportuno, divertido o interesante en cada momento. Se podria decir que es un Georges Brassens a lo patrio. El problema que tiene Krahe es que la mala fortuna le acompaña igual que sus brillantes letras. Krahe fue censurado por el PSOE durante años por la canción cuervo ingenuo, con la que tenía toda la razón del mundo al censurar la miseria de los engaños de aquel gobierno socialista que prometió una cosa e hizo otra ahogado por la presión exterior (no sé de que me suena esto, pero es que no soy funcionario). Krahe fue, junto con Sabina y el gran Alberto Perez la mente más brillante del mítico disco de La Mandrágora y que empezaba con la oda al despropósito sentimental que es Marieta.
Lo cierto es que ese exilio musical nunca le llegó a importar como supongo que tampoco le importará que ahora la iglesia (una asociación cercana a la iglesia, pero por la parte más a la derecha que intereconomía, para ser exactos), cansada que todo el mundo tenga miedo de dibujar a mahoma en calzoncillos y sea gratis llamarles pederastas, prepotentes, soplagaitas, muerdenucas y no sé cuantas cosas más, ha decidido cebarse en Javier y pedirle 192.000€ por un cortometraje con bastante mala leche y mucha gracia rodado en 1978.
Y además, afirmo, la receta nunca me salió bien porque probablemente los cristos de La Salle eran de baja calidad. Como diría el mismo Javier Krahe, al cual apoyamos desde aquí, con todo lo que se dice de la iglesia esto no es más que un burdo rumor.
No nos podemos engañar. Krahe tiene el problema de ser esas personas tan asombrosamente brillantes que han logrado poder hacer lo que muchos no hemos conseguido: vivir. Cierto que rezuma personalidad en cada frase. Cierto que despierta la atención en cada momento pero una cosa tiene que le cubre de gloria y de admiración: no se arrepiente. Y si lo piensas mientras le ves, como un profesor jubilado que te explica con paciencia la verdad del sentido de la vida según se lía el próximo canutillo, suele tener razón. Eso es lo que duele a quienes siempre le han ido censurando desde la izquierda y la derecha ideológica de nuestro país de bipolares ideológicos: Javier es más listo que los demás y lo que más duele es que ni siquiera se empeña en andar por ahí demostrándolo.
No es que pida su absolución con reverencias incluídas de los miserables denunciantes, que lo exijo, es que reclamo que a Javier le hagan una estatua, le den un ministerio y le pidan consejo vinculante antes de volvernos un pais de gilipollas.
La libertad, señores, es ser Javier Krahe porque consiste en poder decir lo que piensas sin meterte realmente con nadie. Eso es lo que lleva haciendo siempre este SEÑOR pero como vivimos en esta península de envidiosos nunca nos dimos cuenta.
Casualidades de la vida: el sábado pasado vi "Esta no es la vida privada de Javier Krahe" -muy recomendable, efectivamente, y supe por primera vez del corto "10 comentarios" y de la receta del Cristo, que me dejó entusiasmado; esta semana ha surgido esta vergüenza de demanda. ¡Malditos ultras!
ResponderEliminarEso de no meterse con nadie...para mí es relativo. Javier Krahe hace que te mires en un espejo, que interiorices, que saques el tú que llevamos todos de adentro. Eso te puede encantar o puedes odiarlo. Te puede construir o te puede destruir. Para mí me encanta y me construye. Javier Krahe es un maestro. Sabiendo que vamos... Camino de nada, pisando hojas muertas
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