29 de abril de 2010

Esterilicense

Existe una asociación que paga a drogadictos para que se esterilicen y así no pocreen niños con todas las papeletas para tener una vida de mierda.
Lo cierto es que cuando la vida se compone exclusivamente de decisiones cerebrales determinaciones como ésta tienen un sentido, por mucho que algunos estudios afirmen que hay hijos de yonkis que son buenísimas personas.

También es cierto que una de las soluciones que más seguidores tiene en los casos de violadores reincidentes (porque estudiosos afirman que los violadores no se curan nunca) es la castración química aunque eso no salva al agredid@ de la horrorosa experiencia que es ser objeto de una agresión.

Pero si la sociedad evoluciona sólo y exclusivamente con decisiones que nacen de la racionalidad nuestro futuro promete ser frío, gris, productivo y esteril.

Nuestra ciencia médica ha empezado a controlar factores que hasta hace años eran atribuídos a un Dios superior. Elegimos el sexo de nuestros hijos. Podemos saltarnos los límites de la capacidad física a base de productos dopantes. Estamos capacitados para castrar al vecino con unas pastillas. Nos ponemos y quitamos tetas a un precio similar al de 15 días en un resort. La industria de regeneración de hímen está ganando más que nunca (al menos en el mundo árabe). Te puedes transplantar la cara completa, borrarte las huellas, atiborrarte de bótox o cambiarte el corazón.

¿Pero donde queda la magia de nuestros errores o de nuestros pequeños defectos?

John Cusak decía en "Alta Fidelidad" (mucho mejor el libro), hablando de su ex, que recordaba con excitación nostálgica la manera de rozarse los pies para que entraran en calor cuando se metía en la cama. No echaba de menos la manera perfecta que ella pudiera tener de arreglar su pelo o freir un huevo o redactar un proyecto sino que, después de todo, recordaba una imperfección, que es lo que nos diferencia de los demás: nuestra manera de equivocarnos.

Quizá lo que sucede es que si cuando al sonreir se nos ven una paletas largas, si al mirar el sol de frente se nos adivinan las patas de gallo o si al comer con las manos siempre se nos cae la salsa de la hamburguesa éstas son las pequeñas cosas que nos diferencian de los demás y son aquellas cosas que nos hacen ser especiales, exclusivos, imperfectos y únicos.

Nos pasamos la vida intentando corregir, a modo de esterilización social, nuestros pequeños defectos. La ciencia y la medicina nos está poniendo incluso los medios para convertirnos en una nueva raza de seres humanos sin tara.

Y yo, por mucho que me queje, quizá influído por aquella película, noto ese cosquilleo sentimental cada vez que veo a un adulto que no sabe montar en bici o cuando a alguien se le arruga demasiado la nariz.

Muchas veces se nos olvida que si esterilizamos nuestras partes defectuosas nos volveremos mejores sobre el papel pero perderemos la esencia. La vida, que es el proceloso camino hacia la muerte, es mucho más divertida si está plagada de defectos de la misma forma que las carreteras comarcales son más entretenidas de conducir que las perfectas (y estériles) autopistas. Las aventuras de verdad se viven cuando el viaje no es perfecto.

4 comentarios:

  1. Seamos defectuosos
    y dejémonos de tonterías.

    Un beso mal dado
    un ridículo mal hecho
    pueden dejar más huella
    que la mejor obra realizada

    Me gusta tu blog
    porque a veces es imperfecto
    otras veces lo comulgo
    y otras ni si quiera lo leo
    Pero me gusta.

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  2. Una cosa es tener pequeños defectos que nos hacen ser "especiales, exclusivos, imperfectos y únicos". Otra es tener un hijo "con todas las papeletas para tener una vida de mierda".

    A veces me sorprende (y me cabrea) cómo relacionas los temas. Hoy especialmente.

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  3. Creo que me he enamorado.

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