Partiendo del escepticismo de haberme convertido en una persona con menos apetito sexual que el Pato Lucas (de lo cual Benedicto XVI se congratula) he de recordar, con aceptable nostalgia, que al leer determinadas noticias que nos acercan al verano sonrío recordando alguna de mis antiguas andanzas.
Eso me hace recordar la cara de pilla y lengua acabada en punta (cada uno se acuerda de lo que quiere) de una novia de mi juventud que me hizo pasar de los condones normales a los XXL, lo cual siempre me ha resultado un punto de orgullo macho, cómo no.
Claro que de eso hace mucho y ella ya habrá descubierto que no había nada excepcional en mí y que mi mejor ejecución se debía a la colaboración que suponía el empuje de mi ego tras ver la nueva talla.
Es cierto que en la india se quejaron porque el tamaño de los preservativos europeos era superior al del pene indio. Nada dice la noticia de los preservativos africanos, esos que según intereconomía no usan porque los rompen al abrirlos debido a sus largas uñas sin manicura.
Pero estoy de acuerdo con el estudio y me incluyo en ese porcentaje de hombres descontentos con los preservativos en general. Si no te aprieta se sale. Si se sale malo, si te aprieta jode. Si jode no jodes y si no jodes te jodes.
Aunque el preservativo, eso es una obviedad física más blindada que el papamovil, resulta ser la barrera perfecta entre las venéreas y tú o tu descendencia y tú. Es la manera tangible, resbalosa y prieta (o no, si eres indio) de mantener una micra de distancia hasta en las distancias más cortas.
Afortunada o desafortunadamente la práctica sexual más satisfatoria, desde mi punto de vista, no incluye obligatoriamente la penetración. Esos fabricantes de condones han adivinado que al no existir una solución mejor y más obvia que el condón (si, cariño, me tomo la píldora.... ¿te fías?) todas esas cremas, chocolates para lamer, plumeros para rozar, esposas para atar a algún incauto pichabrava al cabecero con barrotes e incluyo los besos en el cuello como una opción estupenda, son las nuevas máquinas sexuales. Esto es algo que los gays de los 80 tuvieron que aprender a golpe de SIDA (Independientemente que hayan hecho realidad con ranas la idea disparatada de la bomba gay de 1994 que quería desarrollar el ejército americano para, probablemente, volver a Osama una loca que atente pero con aviones rosas (con la mala leche que tienen los gays, en el sentido de mal humor desatado)). Ahora nos toca aprenderlo a los demás. Aprender que si te aprieta o se te sale siempre hay más cosas que hacer en la cama y, afirmo, algunas son mejores.
Y si das con la persona adecuada, mejor.
¿Tendrá facebook aquella buena mujer? (Actualización: no). (Actualizacion 2: ¿y aquella otra?) (Actualizacion 3: uys, si... cómo ha empeorado...) ("Mardito feisbuk", es un coladero de seguridad).
Pues fíjate que creo adivinar cual es la práctica sexual que puedes considerar mejor que la penetración y he de decirte que también hay que protegerse cuando se realiza con personas que no te hayan presentado el certificado medico.
ResponderEliminarY deja de mirar hacia el pasado y busca nuevos contactos.
Un beso guapo
Tiene usted razon, ilu. Estoy en ello en las cataluñas. Ya sabes: poniendome al dia (que es basicmnte redescubriendo ue hay vida ahí afuera) y aprendiendo que puertas estan abiertas y cuales llevan tiempo cerradas. Intento aprender que quien aun te acoge es tu amigo, quien te llama desinteresadamente tb y quien no. Sobre todo cuando estoy intentando salr de la cueva. Eso si, escribiendo a diario aunque sea con portatiles malsismos prestados.
ResponderEliminarGracias, chata.
Pues me alegro de ello, mucho además. No quisiera yo interrumpir nada, así que cuando usted vuelva a su lugar a ver si le llamo y charlamos un rato si a usted le parece bien.
ResponderEliminarDisfruta mucho y bona nit.
chicos, completmente de acuerdo no hay que llegar al coito para disfrutar como en las mil y una noches, sort por tu nueva andanza,
ResponderEliminarEs verdad ilu, y además es algo muy serio, siempre hay que utilizar preservativo para el sexo oral (felación, mamada, chuparla, o como quieras llamarlo) porque también es una práctica de riesgo.
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