Cuando Darwin no encontraba una explicación lógica a determinadas evoluciones en las especies atribuía ese cambio a la selección sexual, teoría por la cual sobreviven los genes de aquellos elementos que son preferidos para la procreación que es, según él, el filtro básico por el que sobreviven las especies.
Por ejemplo para explicar el motivo por el cual los seres humanos no tenemos pelo afirmaba que es mucho más atrayente para la hembra un cuerpo suave poco peludo y por eso nuestras hembras habían elegido a los depilados nehandertales antes de los peludísimos cromañones.
Si aplicamos esta lógica a nuestra sociedad tan sexualizada podemos llegar a afirmar que ese arquetipo de futbolista, político o artista de variedades mantiene su éxito porque resulta atractivo a la mayoría, muy por encima de su capacidad intelectual.
La naturaleza humana reacciona de manera extraña ante determinados estímulos, eso es absolutamente cierto. Desconocemos el valor de nuestros instintos mucho más que la lógica de la actuación correcta. Si nos preguntan, callados y tranquilos delante de un café, cuales son las virtudes que queremos en un político afirmaremos que trabajo, decencia, honestidad, preparación e inteligencia. Si llegan las elecciones nos ponen la cara sonriente del candidato de turno junto a un eslogan infumable. Eso es porque los publicistas, apoyados por los psicólogos de turno especializados en el comportamiento humano, saben que la democracia empieza a parecerse a la selección sexual de la que Darwin hablaba.
Afortunadamente Darwin también explicaba que la selección sexual, aparte de eliminar los genes "defectuosos" también era capaz de potenciar y subdividir especies si es que ese rasgo diferencial se consideraba una ventaja evolutiva del tipo "sí, es más feo, pero mi vida a su lado será más cómoda" (motivo por el que los ricos feos siguen existiendo y procreando).
El problema está en ver qué es lo que considera la mayoría como ventaja evolutiva. Yo soy peludo y pobre. Tengo todas las de perder. Potenciar mi atractivo intelectual nunca me ha servido de nada.
Mucho me temo que la mayoría, cansados y violentados por la dejadez extrema de lo político en general hacia sus problemas personales (porque, sinceramente, a mí que Garzón vaya o venga no me soluciona el pago de la hipoteca) van a dejarse llevar por sus más arcaicos instintos. Eso quiere decir que ganará el más guapo. ¿Convertimos a Miss o Mister España en presidentes del gobierno?. Al fin y al cabo las declaraciones públicas de los políticos y algunos ganadores de concursos de belleza tienen la misma capacidad intelectual y los otros son más guapos y guapas.
a mi me ponen los tios peludos, tienen pinta de ser mas viriles
ResponderEliminarsi tambien te gustan pobres y con poca gracia, deja tu direccion para que me ponga en contacto contigo.
ResponderEliminar(veo que la broma de los nehandertales y los cromañones se critica en meneame).
ResponderEliminarExplicare aqui (porque no tengo cuenta en ese infame lugar lleno de criticos) que se ha demostrado que no se aprende a diferenciar entre ironia y sarcasmo hasta los 9 años (http://bps-research-digest.blogspot.com/2010/02/at-what-age-do-children-recognise.html). Algunos llegan mas tarde.
a mi me gustan pobres y que escriban bien
ResponderEliminardepiladitos depiladitos
ResponderEliminarque sera como tocar una mujerrrrrrrr?
no se yo en que estaria pensando
un poco de pelo nunca esta mal!!!
será que soy descendiente cromagnon
y prefiero la personalidad al culto al cuerpo, qué por cierto, no tendrían por que estar reñidos, digo yo
Creo que precisamente los publicistas están muy despistados. Si no fuera así, no se explica ese marketing de las empresas de telefonía, que te despiertan los peores instintos asesinos y te hacen decidir que empresa NO te tendrá jamás como cliente.
ResponderEliminarO esas campañas publicitarias de los bancos. ¿De verdad se piensan que si me ofrecen unas toallas de mercadillo voy a aumentar el saldo de mi cuenta en 3000 euros y a olvidarme de ellos en varios meses? Si tengo 3000 euros para eso, está claro que tengo las toallas que quiero, y mucho más bonitas y buenas que las que me quieren endilgar. Me parecen campañas insultantes a nuestra inteligencia y a nuestro buen gusto.
Por no hablar de algunos anuncios de televisión, que logran justo el efecto contrario al que buscan.
En cuestiones de política, como en casi todo, los publicistas lo tienen crudo conmigo.