Eduard Punset, faro que nos guía de vez en cuando, escribe sobre la similitud entre el dolor físico y el dolor emocional en nuestro cerebro. Afirma que el cerebro humano aborda de la misma manera las necesidades emocionales que las físicas, reaccionando neurológicamente de la misma manera ante una u otra carencia.
El sufrimiento, en la wikipedia, se define como la emoción que somete al sistema nervioso al desgaste. Inconscientemente genera dolor o infelicidad y conscientemente agotamiento o cansancio.
La doctora Naomi Eisenberger ha desarrollado estudios sobre las bases neuronales del rechazo social afirmando que el rechazo social es igual de doloroso que el físico, lo cual reafirma el artículo del sr Punset. Lo mismo sucede, para no ser negativos del todo, cuando nos sentimos resguardados en un entorno afectivo positivo.
Existen afirmaciones que aseguran estadísticamente que una persona tiene un riesgo mayor de morir los 6 meses posteriores a la pérdida de un ser querido y todos hemos conocido el cambio físico que suponen los efectos colaterales de actos emocionales intensos. La frase "engordar de felicidad" no es falsa.
Curiosamente los hombres son más afectados por este tipo de dolores.
El cerebro humano, naciendo como nacemos desprovistos de casi cualquier capacidad de sobrevivir por nosotros mismos, es capaz de descubrir cómo la afectividad es capaz de suplir nuetras necesidades de calor y comida, por lo que genera la misma importancia a la afectividad como a la supervivencia física. Esta situación igualitaria parece que se mantiene durante la vida del sujeto. Y si no te quieren, te duele.
Tendrás un esguince sentimental.
Un dato que oí y no he comprobado. Se mueren más ancianos los días posteriores a su cumpleaños que los días anteriores.
ResponderEliminarUn abrazo
Ramón
y que el amor genere la misma necesidad de calor y comida se debe a la noradrenalina, que es la que innhibe el cansancio y el hambre (para que los enamorados no pierdan tiempo comiendo y durmiendo, nimiedades vamos).
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