Hace 10 o 12 semáforos, entre el tronar incesante de un sampler a todo volumen, fui capaz de oir una conversación similar a bordo de un Seat Leon con los cristales tintados:
El video pertenece a los presentados al notodofilms de este año.
Porque si algo tenemos en común en esa tremendamente extensa cultura mediterránea es la similitud entre el macarra español con el denominado macarra italiano de buen corazón, sólo que allí no compran tantos Seat Leon. Otras culturas y otras sociedades tendrán el suyo (el corpulento borracho anglosajón, el imitador de Scarface de Miami, el extremista arabe, el japonés salido de un comic manga...). Y sobre ellas, mejor no decir nada porque a más de una le gustaría cambiarse por Belen Esteban más que por Isabel Presley, principalmente porque es más joven y fuma. Ya se sabe (según dice Lois Griffin ) que las que fuman, chupan. En cuestiones internacionales me vale este reportaje fotográfico sobre las inglesitas que, aunque estaban de nieve hasta los sobacos, salieron el fin de semana pasado en minifalda para estar monas.
Aún soy capaz de recordar los Renaut 5 copa turbo que se llevaban con una pegatina de Penélope en el portón trasero o, antes incluso, la devoción que se tenía por los Seat 124 catorce-treinta y sus robustas formas cuadradas. Después llegó el Astra GSI, el Calibra, el Megane Coupé, los BMW de importación con el bastidor borrado, el Hyundai Coupé y ahora el rey es el Leon (juego de palabras a lo Disney).
Supongo que son señas de identidad.
Aquel gritón, machista, musculado, con el cigarro en la oreja, con el coche más limpio que su conciencia y la determinación de tener razón en casi todo porque es capaz de articular dos tacos más por frase, sigue existiendo a pesar de estereotipos importados.
Todos conocemos alguno. Yo, al menos, a tres. Uno está ahorrando para el coche.
No nos olvidemos del Scort XR3...
ResponderEliminargrande, el ford escort.
ResponderEliminar(al principio, en Internet, cuando te mandaban mails ofreciendo escorts, yo pensaba que eran coches....)
Escort
Se denomina así a la mujer que ofrece su compañía en un lugar o evento determinado (generalmente formal, por ejemplo un baile, un cóctel o una boda), aparentando la existencia de una relación sentimental, para después proporcionar el servicio sexual requerido