15 de junio de 2008

elementos ajenos a "2" vs Marlon Brando


Cuando me hablan, en alguna conversación distendida, sobre los elementos artificiales a incorporar en las relaciones sexuales creo recordar que el sexo es una actividad emocionante, sobre todo cuando no sabes lo que te vas a encontrar siete roces más alla de los besos. Rememoro con un regusto a chicle antiguo ciertos sabores sexuales de mi cerebro. (Casi me estoy poniendo.)

Siempre he sido un defensor a ultranza del sexo cuerpo a cuerpo, mano a mano. He defendido el sexo como roces y menos como entradas a matar toreras, porque es más divertido.

Ahora me pregunto sobre la moda de introducir elementos alteradores de la realidad en el juego. (Chocolates, cremas, dildos varios, cueros y látigos...) Siempre he pensado que ese tipo de elementos tienen su gracia, pero quizá su labor es más el mantenimiento de la pasión que el fomento de ésta. O también para perder ese miedo irracional que nos da conocer cuerpos nuevos. Son teorías, nada más, no dispongo de muchos más datos.

(atención al link "gusanil")


Cuando vi a Marlon Brando descubriendo las nuevas y buenas aplicaciones de la mantequilla francesa no me sorprendí, pero lo consideré una actividad excepcional, que no un elemento habitual que me gustase tener con mi (hipotética) pareja.

Lo que quiero decir es que , en una imagen del sexo común, los elementos ajenos a "2" son como la música de fondo: están bien pero no creo necesitarlos. Sin embargo sí que necesito los besos, los roces, las lenguas en partes calientes del cuerpo. Tampoco digo que no, pero en contraprestación a los componentes artificiales...Siempre nos quedarán las fresas

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