Mal dia para buscar

26 de noviembre de 2011

Autónomo (y gilipollas) vocacional


El resto del mundo, trabajadores, responsables, subalternos e incluso funcionarios, van a trabajar cada día con la esperanza de que su trabajo sea recompensado.

Como bien indica el artículo, nadie en su empresa denunció su situación. Ni los compañeros, ni los jefes, ni una vecina que la veía en su casa tocándose los labios una mañana sí y la otra también. Al fin y al cabo tenemos la sensación de que cuando alguien defrauda al que le roba es a otro , que no es nuestro caso, que no nos influye y, por supuesto, que no tenemos que meternos donde no nos llaman.

Meterse donde a uno no le llaman es de cotillas marujonas o de gilipollas.

Y yo, que soy autónomo y nunca me he puesto enfermo, debo de ser el mayor de los gilipollas. No tengo derecho a paro (digno), doy trabajo a más de una persona, mantengo los sistemas de seguros privados, vivo bajo la normativa de los grandes empresarios, gano menos que tú (si es que tienes la suerte de trabajar), socialmente se me considera un defraudador en potencia y mañana sábado, como todos los sábados desde hace 17 años, ire a cumplir mi sexta jornada laboral de la semana. Lo más jodido de todo es que, encima, es vocacional. Un día me levanté por la mañana y me prometí, como si fuera Scarlett, que jamás tendría un jefe. Me convencí, como se convencen los locos, que ser el dueño de mi futuro era la condición previa para llegar a aquellos lugares a los que tenía el derecho de llegar. Apreté el puño con mi silueta a contraluz y alquilé un pequeño local como si fuera aquella finca de Tara, que es la finca de "Lo que el Viento se llevó". Lloviendo. Inundado. Robado. Cien novias me dejaron cien veces porque no tenía tiempo para tener más vida y aquel sueño de éxitos se fué partiendo, unas veces a bocados de sindicatos, otras veces a bocados de multinacionales, otras veces con los bocados de los impagados. He salido tantas veces tarde que durante los inviernos nunca veo atardecer. Algunos abogados, más de un hostelero que pensaba lo chulo que es poner copas y charlar tras una barra, arquitectos, delineantes, artistas, agentes de viajes a comisión... saben a lo que me refiero. Somos la primera empresa de España: el autónomo. El que no puede hacer huelga, el primero que llega y el último que se marcha. Habrá de todo, pero el que sigue siendo...

...sigue siendo un gilipollas vocacional.

Pd: y un día que te encantaría que tu mujer te diera un codazo al despertarte con la amenaza de que se va a enfadar tu jefe descubres, al ver que no hay codazo ni mujer ni jefe, que no sabes hacer otra cosa.

1 comentario:

Alberto Secades dijo...

Completamente de acuerdo contigo.

También soy, autónomamente, gilipollas