Mal dia para buscar

20 de diciembre de 2010

Bicicletas, confianza y autoridad.

No se ve, porque internet tiene la pulcritud de los textos nítidos, pero aquí estaba un tremendo post sobre la libertad a morir dignamente.
Después me perdí en detalles dolorosos, por lo que lo borré.

También estuvo escrito un post sobre la navidad y lo importante que es hacer compras inteligentes y dar de comer a los pequeños comercios pero como hemos sido tres tontos los que nos hemos comido el frio saltando de tiendita en tiendita pienso que era una guerra perdida.

Así que voy a relatar brevemente cómo aprendí a montar en bici.

Mi hermana mayor había estado intentando enseñarme a montar en bicicleta todo el verano porque, al igual que para nadar (que aprendí tarde y mal debido a mi innata tendencia a hundirme), yo parecía un oso de circo con mi bici de ruedines mientras mis amigos ya estaban haciendo caballitos.

Me había llevado a una pequeña cuesta en varias ocasiones y me había explicado con todo lujo de detalles la teoría del ciclismo. A saber: mantener el equilibro, sujetar el manillar recto, dar pedales para mantener la velocidad. Sin embargo yo me avalanzaba hacia la izquierda, que es precisamente donde residía la pared más dura, en una y otra ocasión.

Por ello mismo durante varios días y ante la atenta mirada de mi padre ,oteando desde la terraza, yo llegaba a casa a comer profundamente magullado.

Entonces, un sábado, mi padre alquiló la pista de tenis que estaba debajo de casa. Clavó la rueda trasera de aquella BH roja en el canal donde se quedan las pelotas de tenis al llegar al borde. Quitó los ruedines. Me sujetó el asiento y me dijo que pusiera los pies en los pedales. Agarró con fuerza y me movió para demostrarme que la bicicleta podía tambalearse pero no me iba a caer. Me dijo muy serio y convincente: "vas a dar una pedalada y yo te voy a seguir sujetando.".

Ordenó: "!Pedalea!"

Y yo avancé por la pista de tenis esquivando la red hasta darme cuenta que mi padre nunca me sujetó más allá de aquella pedalada. Cuando yo empecé, él me soltó. Después se quedó en el borde de la pista y me dijo que pusiera el candado de la bici antes de subir a comer.

Y ya sabía andar en bici.

Con él tardé diez minutos y con mi hermana había estado semanas.

Supongo que era una cuestión de autoridad y de saber que con él a un lado no me iba a caer.

Era, como siempre a su lado, una mezcla de autoridad y confianza extrema en que vendría a rescatarme.

(el 20/12/09 una fria capa de nieve y 6 grados bajo cero cubrían la zona norte de Madrid)

3 comentarios:

Susana dijo...

un abrazo fuerte

Anónimo dijo...

¿ Y ahora de mayor sigues paseando en bici ?.
A mi nada de lo que me enseño mi hermano mayor me fue util, mi padre me enseño a nadar y es lo que mejor hago hoy en dia, pasar tiempo sin nadar me mata.

Mouse2 dijo...

Suelo hacer el "comentario chorra", normalmente sobre la frase menos importante de todo el post.

Hoy no.

Un abrazo,