23 de octubre de 2024

Tres formas de solucionar un problema ( política moderna aplicada)

Hay varias formas de ganar una competición deportiva ( estoy jugando al juego de las metáforas). Una es siendo mejor deportista, otra es cambiando las reglas para que jueguen a tu favor y la tercera es comprando al árbitro.

Cuando alguien se planta frente a un reto tiene en cuenta la forma de superarlo y, obviamente, busca reducir las posibilidades de fracaso ante esa circunstancia. Los niños aprenden rápido a hacer trampa porque su punto de vista está en la recompensa de la victoria. Los niños grandes, quizá por lo mismo, responden grácilmente a estímulos del tipo "oferta express. Sólo hoy" porque eso les hace alcanzar objetivos que no conocían antes que los demás. Sentirse más listo, más capaz o más resolutivo activa dopamina en el cerebro que engancha como la metanfetamina.

En cierta ocasión el ayuntamiento abordó una obra de gran calado en mi barrio. Se encontró con el problema que la policía, en invierno y de noche, no es muy proclive a patrullar a pie. Es lógico deducir que si no reciben la orden expresa los señores agentes no se bajan de sus coches con calefacción para mancharse los pies de barro una noche de diciembre lluvioso y frío. Como los ladrones, que no son tontos, son conscientes de dicha circunstancia, se multiplicaron los robos. Cuando se le instó al ayuntamiento a solucionar dicho problema resolvió que no había robos porque se hizo una encuesta y salió que los vecinos estaban contentos. Fue sencillo: se preguntó a quien ya se sabía que estaba contento. Es lo mismo que comprar al árbitro. Entonces un grupo de comerciantes nos reunimos y sacamos a colación dicha trampa. En un programa de televisión nos juntaron con el responsable de la policía municipal y nos entregó las actas de robos de la zona. Nosotros sumábamos aproximadamente 21 robos y, sin embargo, las actas daban la minúscula cantidad de 8. La excusa fue que las denuncias las habíamos puesto en la policia (que recoge denuncias por la noche) pero no la policía municipal ( que no) y, claro está, no les figuraba ningún incremento de la delincuencia.  Eso es jugar con las reglas.

De la misma forma que entrenar mucho es agotador, las dos siguientes opciones son más sencillas. Quizá por eso los niños grandes que se han convertido en políticos y gestores, son más propensos a las variaciones B y C. Las grandes guerras políticas ya no son por la subsanación de los problemas sino por la forma de medirlos o determinar quien es el responsable de señalar el triunfo. Por eso se pelean por los jueces, los directivos de los entes públicos, los organismos estadísticos, los relatos o las terceras disposiciones de las leyes. 

Y, mientras tanto, los problemas simplemente perduran hasta que los ladrones se enteran que un grupo de vecinos con palos patrullan las calles convirtiéndolo todo en el lejano oeste. O pasa el tiempo y, como cuando hay una herida no mortal, las cosas cicatrizan solas.


Pd: otra opción es buscar problemas que no existan y decir que se han solucionado. La transexualidad de los loros africanos, por ejemplo. Gracias a la firme actuación de los mecanismos del estado del bienestar ya no son disciminados por los macacos asiáticos.

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