12 de agosto de 2024

La frutera y el marchante de arte.

-Y, dime, ¿a qué te dedicas?

-Soy gerente de un grupo de distribución de producto fresco que lleva muchos años siendo referencia en la cuidad. 

Más tarde descubrí que era la que llevaba la frutería que fundó su abuela. Un trabajo dignísimo, por cierto. Algo alejado de ser responsable de producto fresco del Eroski, pero eso son detallitos. También conozco a quien jura que es escritor porque aparece su nombre en Amazon sin caer en la cuenta que a Jeff Bezos le importa un colín si sabes escribir que ahí hay un hombre que dice !ay!. Otros dimos con alguna editorial obscenamente pequeña que apostó por nuestro fracasito y ninguno somos Reverte. En verano hay tenistas, pescadores, montañeros y especialistas en barbacoas que solamente lo son durante dos meses. Si les oyes hablar son el mismísimo Nadal, Argiñano o Juanito Oyarzabal. Te proporcionan más consejos que un cuñado titulado y conducen su SUV con ayudas electrónicas por las rectas autopistas de Castilla como si fueran Fernando Alonso en las calles de Mónaco. Tampoco es elegante hacerles ver la verdad. Además, y lo digo por experiencia, no se ganan amigos. 

Aquel futuro matrimonio ( spoiler, no duraron ni un año) nos quiso enseñar su futuro nido del amor eterno ( ¿he dicho que no fue ni un año?) . Así que nos llevaron a lo largo de las estancias de su vivienda mostrando , ufanamente, una configuración que denominaban "decoración fusión" y que, a mi parecer, resultaba ser una mezcla de los catálogos de Ikea y Masions Du Monde revueltos como la ropa al salir de la lavadora con la salvedad de haber incorporado sillones en lugares que hacían imposible el paso entre habitaciones. Ni siquiera se podría parecer al urbanismo de cualquier barrio periférico de cualquier cuidad, ordenado y sin personalidad. Carecía de personalidad, eso si. El problema fue cuando me preguntaron mi opinión y poco más o menos vine a expresar que el reloj de péndulo de la abuela Rosario no quedaba bien al lado de la televisión Oled con luz indirecta. Nunca más volví a pasar por allí, ni para recoger las cosas posteriores al divorcio.

Una de las funciones más infames de la modernidad es que cualquiera es capaz de definirse a si mismo como un experto. Fotógrafo si le das a la cámara del móvil. Locutor si una vez grabaste veinte segundos de un podcast. Creador si dijiste tres tonterías y lo pusiste en youtube. Deportista porque te vestiste con unas mallas. Yo podría ser surfero porque una vez, con mucha dificultad, me puse un traje de neopreno y entré en el océano. No vamos a discutir con Fermín sobre si es o no igualito a Indurain porque se compró una bicicleta eléctrica y subió siete repechos. Yo mismo me comparo con Julio Iglesias, no por mis dotes de cantante, sino porque he estado con más de dos mujeres a lo largo de mi vida y eso es de truhán.

Reconozcámoslo: nos encanta ser "expertos". Si, en una discusión, ponemos cara de estar basados en el tema ( subiendo las cejas), y empezamos con "me vas a decir tú a mi", ya somos expertos.

Conozco a expertos en grupos musicales que van a sus conciertos y no se saben ninguna canción. Melómanos sin discos en casa. Personas con criterio que no han leído un periódico. Cinéfilos cuya mayor virtud es saber diferenciar a Marvel de DC. Lectores compulsivos que llevan bajando el mismo libro a la playa tres años. Expertos en volcanes , política internacional y virología. Más letrados que los abogados de la ley de Los Angeles y, por supuesto, doctores en economía y nuevas tecnologías porque saben el nombre de tres criptomonedas. Dispongo, en mi agenda de teléfonos, de un número correspondiente a una muchacha peruana que se fue de su país, ha fracasado en tres negocios y se aburre de poner frases motivadoras vestida con traje de vendedor de pisos usados invitando a quien la lea a pagar un dinero por recibir charlas de emprendimiento moderno o situacion sociopolítica sudamericana.

Curiosamente cuanto menor es el conocimiento de una materia mayor es el desparpajo al respecto. He estado al lado de gente cultísima en medio de un museo, parado frente a un cuadro, con cara de no entenderlo mientras otro, sorbiendo de un refresco y por supuesto levantando las cejas, nos ha estado hablando del dominio de la luz. Un marchante de arte, después de acompañarnos a una exposición sobre Warhol y donde se hacían referencias a sus años con Mick Jagger, me explicaba lo curioso que es que dos chavales que se conocieron de pequeños en el barrio, fueran dos grandes estrellas. Le pregunté si acaso uno no es británico y otro de Pensilvania y me dijo: "¿quien es el que sabe de arte aquí?. 

Tuve ganas de responderle que la que sabe de arte es, precisamente, la frutera.

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