2 de agosto de 2023

Jose Ramon y el fin del mundo.

La lluvia ácida de la tercera guerra mundial parece que va terminando.

Algunos recuerdan aún cómo empezó todo: un grupo de activistas de greenpeace izaron (en defensa de la ganadería autóctona) una bandera con una vaca bien gorda frente al palacio del presidente y él, ofuscado con su obesidad, ordenó lanzar unos misiles sobre el rainbow warrior con la mala suerte de atinar en un depósito de combustible gibraltareño. Los americanos, intentando quedar bien con los ingleses y pensando que habían sido los españoles, atacan Mexico ( porque se han hecho un lío con el idioma) y los mexicanos bombardean con cocaina y fentanilo las calles de los Angeles, volviendo a la población zombie. Un grupo de dichos zombies entran por la fuerza, y puestos hasta las cejas, en un silo nuclear. Se hacen un tik tok pulsando todos los botones rojos que ven con la mala fortuna de lanzar un ataque nuclear contra Moscú ya que la contraseña de acceso era 1234. Y, más o menos así ya, se lió.

Antes de poner a buen recaudo a la población, fallecieron millones de personas. Unos porque directamente estaban convencidos que los hongos nucleares eran invenciones del gobierno. Otros porque tenían derecho a vivir una existencia libre y ese derecho estaba por encima de las emergencias apocalípticas. Fue noticia un grupo de adolescentes en manifestación porque en los refugios no había wifi. Se habla de un grupo de pacifistas que cogieron sus guitarras y muchas flores para caminar descalzos sobre las praderas austriacas. 3 megatones acabaron con las praderas austriacas.

Después, los que pudieron, se refugiaron. Algunos, con el poco tiempo para prepararse, escogieron aquello que les podría hacer sobrevivir:

Unos llevaron banderas y señas identitarias, sus teléfonos carísimos, tres juguetes y las claves de las suscripciones premium. Murieron.

Otros pusieron a buen recaudo las obras completas de Benito Perez Galdós, dos cuadros y semillas para subsistir veganamente. No cayeron en la cuenta de la falta de luz. Murieron.

Los refugios solamente de mujeres tuvieron el mismo destino que los que eran solo para hombres: se fueron a tomar por el culo.

Hubo un grupo de sindicalistas convencidos que exigieron, en un democrático referéndum, sus vacaciones. Al salir de los refugios camino de Punta Cana y en pantalones cortos, fueron desintegrados por la radiación.

En los refugios más grandes hubo facciones que se rebelaron contra la tiranía de los otros, se declararon la guerra civil y murieron todos.

José Ramón pilló un hornillo a gas, a Mari Carmen, y llenó la Renault Space de latas de fabada asturiana.


Adivina quien va a repoblar el planeta.


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