10 de julio de 2023

No éramos libres pero no lo sabíamos.

Leo a dia de hoy (año 2023) un articulo en el que, desde El Pais, se congratulan de que las adolecentes españolas no esconden que quieren ser ingenieras. Actualmente, según cuentan, hay un 27% de mujeres matriculadas. Mira tú que bien. Tengo la mala fortuna de haber estudiado ingeniería. No una cualquiera sino la de verdad, la pata negra, la industrial. En mi clase había, allá por los primeros años noventa, aproximadamente un 15% de mujeres. En telecomunicaciones había más, pero porque eran cool. Lo que yo no sabía, fíjate tú, es que les daba vergüenza y que algunas no se matriculaban y se iban a corte y confección porque los estereotipos sociales les señalaban por la calle. Es más, ninguna de mis compañeras hablaba de sus estudios como algo de lo que se estuvieran arrepintiendo. Ni una. Resulta que vivíamos en un mundo patriarcal y yo no lo sabía. Resulta que estaba mal visto que estudiaran lo que les saliera del orto siempre y cuando la nota les diera para entrar. Mi hermana, que tiene 10 años más que yo, no sabía que había hecho medicina en contra del machismo.

A veces nos cuesta reconocer que éramos mucho más libres y jugábamos a juegos menos absurdos en aquella época. Era una época puñetera con sus crisis y sus cosas pero la mera falta de ruido hacía que convivieran los mods, los rockers, los punkys, la movida, el rock radikal vasco, alianza popular, la falange, herri batasuna, los maricas, los tartamudos, el pce, uno que era muy alto y tenía pelo en la espalda, los amigos de mi abuela Carmen y tres señores de Bermeo con txapela que se sentaban en el banco que había enfrente de Ultramarinos Benito.

He de suponer que, como casi todo lo nostálgico, lo tengo idealizado. Catábamos "Sarri Sarri" y la de "Yo quiero ser torero". Alaska y Loquillo gritaban "sé que la mataré" y un Coque Malla con 16 años sacaba, con los Ronaldos, "Si, Si", hasta que digas si. Escorbuto con sus "cerebros destruidos" y Siniestro, una tras otra, canciones que hoy estarían prohibidas. También es verdad que, de la misma forma en la que no te das cuenta cuánto la querías hasta que eres consciente del vacío que tiene su ausencia, estábamos convencidos que no éramos libres cuando de verdad lo éramos. O quizá simplemente no nos levantábamos por la mañana pensando qué parte de la tercera línea de los estatutos de la escalera nos podían permitir joder al vecino o ganar una ventaja en la próxima reunión de la comunidad. Si el descansillo estaba sucio lo barríamos sin pensar con quien se acuesta el de enfrente, si es votante de otro partido o si se pone cachondo en la frutería.

Si volvemos a las decisiones que uno hace por si mismo tengo que hablar de mi señora tía. Josefina, un nombre que nos lleva a 1931, año en que nació. Una de las cosas que dijo, con la misma cabezonería que tiene ahora a sus 92, es que no quería depender de ningún hombre y allá que fue. Enfermera titulada, soltera convencida y autosuficiente en un tiempo ( antes de la guerra civil) en el que para algunos era imposible que existieran las mujeres autosuficientes. Tampoco podría haber existido mi abuela, que sacó adelante un negocio y a dos hijos con un éxito reconocible. y nació en 1902. O mi otra abuela que, casada con un auténtico vago, hacía camisas mientras criaba a 5 hijos. Yo vengo de una familia en el que las mujeres han sido determinantes y quizá por ello no soy capaz de aceptar como verdad que ellas no podían. Sencillamente porque todas pudieron. Jamás he vivido como algo excepcional que una mujer no hiciera lo que considerase de la misma forma que yo podría haberme ido a hacer la carrera de turismo felizmente. Las discriminaciones están en los ojos de los que miran. Mis compañeras de clase no eran más valientes que yo, eran mis compañeras. Tratarlas de otra forma, a favor o en contra, es sencillamente incorrecto.

Si embargo algunos que casi son fruto de la ESO llegaron al gobierno y me quisieron convencer que mis abuelas eran una rareza histórica, que mis compañeras sufrían el señalamiento social y que mi hermana o mi tía eran las Rosa Parks del mundo académico español.

Esos mismos que llegaron se propusieron, en firme convencimiento de una realidad que yo no veía, acabar con todo lo que oliera a rancio o a machista. Y pidieron que se cancelara a Bertin osborne, El Hormiguero, Jorge Cremades, lidia Falcon, Paco becerra, C Tangana, José Errasti y Marino Pérez, Quico Alsedo, el documental de Silenciados, Bola de Dragón y la Patrulla Canina. ( no me invento ninguno, que lod e bola de dragon se trató en la comunidad valenciana y lo de la patrulla era cosa de Adelante Andalucía). Se pidió que se dejara de leer Mortadelo y Filemon, que no se comieran conguitos, que no se compraran comics de tintin, no ver friends porque no hay negros ni gays al igual que Grease. Exigieron que no trabajase Ferreras ni Ana Rosa, que se echara a la calle a Vallés. Básicamente todo aquello que no ratificara al cien por cien su exclusiva visión del mundo debía de ser podado sobre todo porque había que compensar la poda anterior. Había que hacer a las mujeres bombero e ingenieras, aunque no quisieran. Hay que hacer que aborten y que no tengan hijos de alquiler. Ese es el problema porque en vez de obligarlas a hacer algo que no desean, hay que obligarlas a hacer lo contrario que no desean pero eso es porque no lo saben. Pasar de obligar a coser a obligar a emponderarse es obligar igualmente, que yo tengo alguna amiga que siempre quiso ser una mantenida. Y Abel, que pilló con una rica y va a gym por las mañanas.

Curiosamente ayer se quejaban de la falta de libertades que vienen. Ojo que no les quito razón pero acepto como verdad que se han quedado finitos de censurar.


No solamente es eso. Hay que dar paso a una economía mucho mas igualitaria y dejar que la modernidad llegue. Todos sabemos que Amazon, Google, Uber, Glovo o Facebook son un ejemplo de respeto por sus trabajadores y se alejan enormemente de la explotación laboral de Talleres Jose Luis. Por eso , probablemente, es por lo que en este puto pais ( y no en otros de Europa) se permitió que las plataformas llevaran camisetas de Winnie the Po a las casas en pandemia cuando no podía abrir su tienda Mari Tere. Había que hacerlo por respeto a los derechos de los usuarios, excepto al de Mari Tere, que es una facha.

La llegada de la modernidad mal entendida nos ha llevado a titulares infames en el que parece que yo tengo que pedir perdón por ser ingeniero, ingenieria o ingeniere. Por higiene lo que tenemos que aprender es que somos iguales. Mi primer libro empezaba con un "me da igual tu sexo, tu religión, tu raza pero lo que no te permito es que seas estúpido". También mantenía que la estupidez lo joderá todo, y así está siendo.

Los que censuraron se quejan de la censura de otros y Arnaldo habla de si mismo como el representante del partido de la esperanza. El barbudo ese que le pone a mi amigo gay se cree en virtud de ser el espejo irracional derechoso de las irracionalidades de la izquierda. La que habla a la gente como si estuviera en barrio sésamo ya ha deslizado que hay que impedir que nadie diga algo que no le guste. Y así nos va.

Sin embargo nadie acepta que es imbécil o que miente. Cambian de opinión y legislan según están convencidos que debe ser, porque viven en un mundo creado acorde con su convencimiento personal donde el dinero es publico  e infinito y los malos son los demás.

Aquí lo que cambia es la serie en la que creen que viven mientras el mundo de verdad se sigue levantando por la mañana y mira de reojo la próxima barbaridad que nos viene.

Un abrazo a mis compañeros y compañeras de clase que no eran mejores ni peores que yo. Eran más listos, eso sí. Mucho más. Libres y plenos parece que no éramos ninguno.