Se cumplen, dentro de nada, 40 años de Thriller:
Cada vez estoy más convencido que existe una edad clave que podemos ubicar entre los 45 y los 55 en la que, prácticamente sin excepción, todos y cada uno son golpeados por uno o varios avatares (Vicisitud o acontecimiento contrario al desarrollo o la buena marcha de algo). Una muerte, un despido, un divorcio, un accidente o una enfermedad, da igual el detalle.
Así que, fisgando entre la gente, descubro una de las formas más comunes en las que lidiar con aquello: volver, sin ningún complejo, a aquella época en la que recordamos haber sido felices. Prácticamente oda la generación del baby boom se refugia en ese curioso lugar establecido entre el nacimiento del punk (mediados de los 70) y 1996, año que está establecido como el origen del autotune.
No se puede entender de otra forma la eterna durabilidad de fenómenos como Mazinger ( spoiler: no volvais a verlo porque es mucho mejor en vuestro recuerdo) o el Scalextrix. La repetición, casi como en una sesión continua, de la Guerra de las galaxias, Regreso al futuro, los Goonies o la siempre lider de audiencia Pretty Woman. No son mejores que muchas otras pero te llevan, te evaden y te posicionan en un momento de la vida en el que aun tenías la esperanza de poder ser quien creías que te merecías.
Suelen decirte que la música , el cine, la literatura y las relaciones personales eran mucho mejores que ahora. Te ponen ese video de Fredy mercury ensayando y, después, a Bad Bunny berreando. Se les olvida Milli Vanilli. Te hablan de los efectos especiales del Halcón milenario pero jamás te indican el chroma infame tras el que volaba Christopher Reeve. Te van a contar que los 80 fueron un despiporre de libertades que ahora están siendo castradas por los arquetipos a los parece que te obligan a pertenecer. Se les olvida que no se podía ser punky sin perro mugriento o mod sin una vespa casi como ahora que parece que no se puede ser gay de derechas o rico de izquierdas (excepto si eres político). Lo importante no está ahí por mucho que se nos juntara la muerte del dictador y la llegada en tromba de todo lo que existía ahí fuera.
En verano de este 2022 me fui a ver a Los Enemigos y Los ilegales. Ahí estaba Josele, calvo y ronco. El día siguiente Jorge, más calvo pero sin el martillo que dicen que guardaba en el periódico de los domingos. En las primeras filas un grupo de cincuentones con las camisetas de los primeros discos. Borrachos, gritones, ruidosos, vociferando las letras e incluso con alguna cadena de eslabones enganchada en el cinturón hasta el bolsillo donde llevan las llaves. Se pasaban un porro trompetero y la única diferencia entre ese instante y 1993 eran las arrugas. Sin embargo estoy convencido que la hora y media de concierto volvieron a tener 19. Así que quizá, solo quizá, en cada concierto de Spandau Ballet, Depeche, La Polla records, Duran Duran o cualquiera que haya vuelto 25 años después se produce un efecto de rejuvenecimiento que algunos van buscando desesperadamente como la fuente de la eterna juventud.
Dicen que los juguetes que compran los adultos (maquetas de R2d2, trivial de los 80, ediciones limitadas de clicks de playmobil o seis cajas de Legos, por poner ejemplos) mueven más de 300 millones de euros, solo en navidad, en España. Súmale los discos, el renacer del vinilo, las giras infinitas de los números uno de los 80 y todas las visualizaciones de aquellas películas.
Como todas las épocas, incluidas la actual, hay joyas y maravillas. Pero lo que no tiene el mejor disco del 2022 es que no nos lleva, mágicamente, a ser jóvenes de nuevo. Demasiadas veces se confunde algo que nos gusta con algo que sea bueno, no me vale esa expresión de que el arte es arte y no es comparable. El primer disco de Los Ronaldos me encanta aunque suene como un gato mojado y aquellos de Prince&The Revolution son muy buenos pero jamás me gustaron. Suena, ahora mismo, Once Upon a Time in the West, del Alchemy. Me parece maravilloso pero no estoy muy seguro si es porque sea una obra de arte o porque yo era el jodido rey del mambo en tercero de BUP mientras lo descubría.
Como buen boomer también tengo tendencia a buscar la fuente de la eterna juventud. Dicen que tiene bastante rock y un poco de pop facilón. Bueno, y la forma de ver el mundo de Spielberg cuando se tomaba unas copas con George Lucas.
Pd: Quizá es porque somos mayoría por lo que parece que los 80 y parte de los 90 nunca se van, pero también hay que pensar el motivo por el que vuelves allí.
Soy otro
ResponderEliminarque cree
que
cualquier
epoca de
atras ,era
mejor, pero
hasta ahi,
algo va mal,
cuando vivimos
rememorando...
aunque es
innegable que te
agrade aquello que
te vuelves a encontrar
y que era algo de
entonces .