19 de diciembre de 2022

Diferentes palabras, mismo significado.

Poliamor son cuernos. Fijo discontinuo es temporal. Aportación por uso es peaje. Crush es tu pareja. Outfit es tu pinta vistiendo. Stalker es cotilla. Sieteveinticuatro es, básicamente, todo el rato.

Ayer juraba un político que nunca se hará un referendum en Cataluña, que como mucho será una consulta. Hace no mucho, en uno de esos reportajes que me poseen cuando me despliego en el sofá, contaban que Uber, con el tiempo, se ha convertido en una compañía de taxis convencional en San Francisco. La realidad, obstinada y miserable, termina convirtiendo en lo mismo lo que parecía que era diferente pero, en realidad, era igual. Solamente se maquilla con palabras diferentes para que algunos puedan vivir en la ilusión de ser los primero en hacer lo mismo.

El gobierno de Uk, atosigado con sus problemas de brexit, de inflaciones y de cambios gubernamentales, ha enviado una nota a sus funcionarios pidiéndoles, encarecidamente, que no utilicen el término Navidad para no excluir ni ofender a otras religiones. Importantísimo. No lo llames igual para no ofender a Abdul. A veces tengo la sensación que los gobiernos y las leyes se parecen a las compañías de teléfonos. Cuando eres cliente te hacen ofertas mucho peores que las que hacen a quienes no son clientes. Se trata peor al de casa que al vecino. Se obliga a un respeto para con el otro que no nos profesamos entre nosotros. Pero, a lo que íbamos: no lo llames Navidad pero haz regalos, cena con la familia, date un paseo por la sierra, acuérdate de tus amigos y familiares, añora con cariño a los que se fueron y haz propósitos para el cambio de calendario. Pero no se te ocurra llamarlo navidad porque eso es de retrógrados anacrónicos.

Dice, mi cuñado de pega, que el fascismo solo lo puede ejercer la derecha porque viene de fascio y eso es un invento italiano que hicieron los de derechas. Por eso mismo, y respaldado por las referencias de la wikipedia, no se puede ser fascista de izquierdas. No se puede pegar un tiro en la cabeza a alguien por pensar diferente , dar un golpe de estado, manipular los resortes del estado, convertir los medios de comunicación en títeres de los propios intereses o simplemente dar una patada en el culo a los derechos humanos. Si alguien hace eso no se le puede llamar fascista o dictador. Ni Castro, ni Eta, ni el tipo ese de Perú, ni Stalin son fascistas. Son "incorrectas formas de llevar a cabo el ideal social de la izquierda". Y así se zanja la discusión. Se cambia el nombre y punto pelota.

Conozco a quien me aseguraba que las palabras son los instrumentos que van educando a nuestra sociedad. Que si eliminamos expresiones terminaremos extirpando problemas intrínsecos como el racismo o el machismo porque lo que vamos haciendo es normalizarlos de forma inconsciente. Yo siempre he mantenido que lo que importa es la intencionalidad del lenguaje. Que si a un colega le digo "qué pasa, hijo de puta" es más que probable que no considere a su madre una meretriz y que incluso represente un grado de cercanía mayor que con aquellos a los trato de usted.


Pero como nos hemos dado cuenta que somos incapaces de solucionar los problemas nos hemos dedicado a jugar con la literalidad, que es una forma de hacer trampa. Si no se llama igual ahora me quieres convencer que no es idéntico. No me cuentes que no es lo mismo porque le has encontrado un nombre nuevo. Imbécil es lo mismo que "persona que dispone de un retraso mental moderado"

Así que : feliz navidad, hijos de puta. ( Y hanukka,  adviento,  ceremonia de sacrificio de la cabra o como te de la gana de llamarlo)

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