...del libro nuevo...
Como en casi cualquier transacción moderna se ha pasado de pensar que la otra parte actúa con palabra y honestidad a plantearse que hay que descubrir el punto en el que quiere estafarme y, como yo no voy a ser menos, tengo que hacerlo antes para no quedar como un idiota. Eso ubica a cada uno en un punto de recelo absoluto que suele hacer imposible sentirse orgulloso del trato alcanzado. Da lo mismo que se esté negociando un alto el fuego como si se está intentando comprar un cargador para el teléfono. La desconfianza es un ingrediente parecido a la nitroglicerina que se ha hecho su hueco en el mundo contemporáneo. Vivir buscando la trampa es agotador. Tenemos un mundo de consumidores cansados. ¿Me estará engañando?- piensa la novia cuando él le dice que ha quedado con los amigos. Así que si se le acerca alguien, le hace la cobertura por si aquello fuera real, no sea que quede como una tonta cornuda. Y se siente culpable. Infiel, pero culpable.
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