12 de abril de 2021

La pinza de la intransigencia.

"El psicólogo social Jonathan Haidt decía que las derechas no son menos sensibles al valor de la justicia, lo que pasa es que la interpretan de una manera diferente de cómo lo hace la izquierda. Los conservadores interpretan la justicia como proporcionalidad (las personas deben ser recompensadas en función de lo que aportan, incluso aunque esto implique desigualdades), mientras que los progresistas entienden la equidad desde el punto de vista de las necesidades; lo que a la derecha le indigna especialmente es que falte correspondencia entre el mérito y la recompensa, que haya subvenciones sin esfuerzo, mientras que la izquierda llama la atención sobre la falacia de la igualdad de oportunidades o la idea de mérito cuando hay una posición de partida muy desigual".

Este párrafo es una obviedad que muchas veces se nos olvida. Se nos olvida porque, quizá, estamos demasiados preocupados en defendernos del otro mientras le consideramos el enemigo. La realidad es que ambos estamos buscando lo que creemos mejor. Curiosamente en las guerras ambos bandos luchan por lo que creen que será mejor para el pueblo mientras destruyen el pueblo, pero si se les preguntan creen que hacen lo mejor. Ni siquiera los más sanguinarios personajes históricos creían de si mismos que no fueran la respuesta ética para un futuro mejor de su pueblo.

Uno de los elementos más perversos que tiene la supuesta opinión formada de algunos es que cuando se le pone en duda lo consideran un ataque contra su propia persona, ya que han identificado la opinión con ellos mismos y a nadie le gusta que le ataquen en lo que cree que es. A nadie le gusta un puñetazo en la cara.

Por otra parte el ser humano es grupal y necesita , en estos tiempos de soledades encubiertas más que nunca, sentir que pertenece a algo y hacer suyas las ideas, eslóganes, forma de comportamiento e incluso las reivindicaciones de su grupo.

Por último hemos tendido a la simplificación de los mensajes y necesitamos convertirlo todo en algo fácil. Así, una persona de derechas ha de ser rica, limpia, racista, católica y tener un coche caro aparte de ser feliz llegando con su yate a un hotel de 5 estrellas. En el lado opuesto , una persona de izquierdas viste con forma casual, sobrevive economicamente, se jacta de sus amigos negros y gays, no cree en ningún Dios, va en patinete eléctrico comprado de segunda mano y viaja de mochilero porreta en verano a aldeas solidarias.

He de decir que estoy seguro que no existen ninguno de esos dos personajes pero cuando alguien se considera de izquierdas o derechas quiere ser ese tipo, se identifica con ese tipo y defiende como si fuera suya las opiniones que cree que debe tener ese tipo. Esta explicación me vale para el independentista o no, para el del madrid o el de barcelona, para el de telefónica o vodafone. Para el de HBO o Netflix, para el conductor o el ciclista. Para el vegano y el carnívoro. Para el hetero y el gay. Para los que van de rojo o los que van de azul.

Si alguna señal es del bando contrario, de forma automática, el espécimen en cuestión se pone en posición de alerta y enciende sus sensores de ataque buscando todas aquellas partes que le ratifiquen como poseedor de la superioridad moral. Para eso Internet es maravilloso porque se pueden encontrar argumentos ya cocinados que defienden la postura deseada. Internet, ese lugar donde si se pone en Google "china con tres tetas" salen hasta fotos probatorias.

Con todo este caldo de cultivo se han hecho más que habituales esas personitas que ponen algo asi como: "A partir de ahora borraré de mi facebook a todo aquel que sea de... " y supongo que van por los perfiles de los demás, cual perros investigadores, analizando señales que les indiquen que la maldad reside en la mente y el corazón de sus nuevos enemigos. En realidad actúan creyendo que hacen algún tipo de bien pero, si nos atenemos a la razón cierta de todo ello, eliminando cualquier elemento disonante que les pueda poner en duda. Aunque se llamen de izquierdas y tengan un SUV. Aunque se llamen de derechas y les importe una puta mierda si sus colegas se acuestan con un tío, una tía o una cabra.

Con eso lo único que se genera es una pinza de intransigencia que viene desde todos lados obligando a quienes vivimos en duda cogiendo argumentos de aquí y de allá, a posicionarnos en algún extremo o a perder amistades.

Tú no eres totalmente de izquierdas ni de derechas, pero yo cada vez tengo menos amigos.

Lo curioso es que ser un intransigente parece estar de moda. Es una moda peligrosa.


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