24 de marzo de 2021

Franco, Futbol y Rociito.

El ser humano está lleno de recursos. Unos buenos y otros malos. Algunos, solamente, son sistemas de supervivencia. Sobrevivir es reafirmarse en lo que uno creía, acertado o no, antes. Sobrevivir es sentir la calma que da la certificación de la razón aunque sea a cuenta del paciente de la misma celda del psiquiátrico en la que estás recluido. Los locos, los cuñados y los políticos, a veces, aciertan.

Otro de los grandes recursos es dejarse confundir. Pero no de confundir como si nos quedáramos náufragos en medio de la nada. Confundir como el niño que sigue la mano equivocada delante del mago callejero o como el adulto que se cree más listo que el trilero y pierde su dinero.

En España, que somos muy de confundirnos, tenemos unos comodines para la confusión. Da igual que el paro (ERTE included) sea abrumador o que no te hayas ido a bailar de noche desde aquel principio de siglo. No importa que se haya muerto tu prima o que la banda con la que salen tus hijos antes del toque de queda se parezca más a Boyz N the Hood que a Rebeldes con Tom, Ralf, Patrick, Rob Love y Matt Dylon. No importa que te suban los impuestos o que ya no queden tiendas que te saluden por tu nombre debajo de casa. Aquello son cositas contra las que hemos decidido que no podemos hacer nada y lo que buscamos son distracciones.

Así que sacamos el catálogo infinito de distracciones 100% Spanish edition, resumido en tres:

1- Franco. ( política de extremos, en general)

2- El fútbol. ( deportes en su completa expresión)

3- Rociito. ( televisión, machismo y espectáculos emotivamente preparados)

Y a partir de ahí podemos generar todas las variantes: Venezuela, la corrupción, el Rey, la renovación de Messi, el síndrome de alienación parental, La Pantoja... Después lo vamos mezclando: Pablo iglesias, financiado por Venezuela a través de Monedero, critica la caja B del PP, que protegía a un ex deportista como Urdangarín, ha puesto a su pareja en el ministerio de igual dá para que salga en Tele5 defendiendo a alguien que acusa a su marido de lo mismo que hicieron las de Infancia Libre pero, como llora mucho y solo tenemos un lado de la historia ( aunque haya perdido algún juicio al estilo Mia Farrow) debemos darla la razón y, si no lo hacemos, somos unos patrialcales machistas al igual que es la justicia de este país de herencia franquista.

Ala, ya la tenemos liada. Pero, lo que es más importante, estamos despistados y entretenidos mientras todo lo demás va a su puta bola.


No me digas que somos los reyes de la confusión aunque seamos los que se confunden, más yonkis de nuestras drogas patrias que los amigos del Vaquilla.

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