22 de octubre de 2019

No es revolución , es un Chiquipark.

Si tuviera que montar un punto de venta de algo , me da lo mismo, tendría que ser un lugar en el que prime la experiencia por encima de la compra. Uno de esos sitios a los que se va por el envoltorio o por lo que nos hace sentir. Vamos a Ikea por la piscina de bolas y , ya que estamos ahí, nos compramos una espumadera para hacer huevos fritos. Vamos al bar a ver un concierto y nos tomamos una cerveza dos euros más cara de lo normal. Entro en facebook a cotillear pero me trago más anuncios que en seis minutos de antena 3. La experiencia programática es más importante que la actividad en si misma.

Partiendo de esa premisa y analizando lo que va pasando por aquí y por allá llego a la conclusión que hay movimientos que no se incrementan por la base del mismo sino por el animador cultural que está detrás. Tampoco es algo nuevo. Mi madre, que fue una niña de la posguerra con muy poco para comer (comer es el límite de la pobreza y no que no te llegue para la wifi) , una vez se apuntó a la Falange. No lo hizo porque creyera en los ideales franquistas sino porque le regalaban una camisa azul. Y , joder, !una camisa!.

Viendo las actividades programadas por la revolución independentista catalana dan ganas de hacerse indepe. Un día nos vamos a homenajear a un bolardo. Ayer se fueron en " la fiesta de los globos" a juguetear en la calle. El otro día se hacían las olimpiadas indepes y había que ir con un balón a cortar unas carreteras. Si eres un poco obsceno te puedes ir a ver culos a la concentración para hacer un calvo multitudinario a la policía. O encendemos todos las linternas del móvil para dar envidia al alcalde de Vigo. Nos montamos un caminito con una flecha que encaja en una estelada gigante atravesando la diagonal en el gran tetris catalán.  Vamos con el coche a dar vueltas al aeropuerto o cantamos por la A7 con bocadillos gratis. Entremos al metro con tickets falsificados. Limpiemos con Fairy las calles o echemos jabón en las fuentes (aunque luego se desborde y se caiga el deliveroo que me trae una whopper a la manifa). Hagamos una performance. Hay que reconocer una cosa: el responsable de marketing catalanista es francamente bueno. Y muy divertido. Todos los días tiene una idea participativa novedosa. Estoy convencido que los que hacen los anuncios de Telefónica, famosos copiadores de ideas, le vigilan para la campaña de navidad.

Así que no es de extrañar que si estás en clase estudiando te den ganas de salir a hacerte indepe porque no es una revolución, es un Chiquipark donde no importa lo que vayas a comprar o destruir, sino la experiencia. Por eso está lleno de niños que se entretienen haciendo cosas sin saber muy bien si eran extras de juego de Tronos o, cuando llega la policía, una partida de Fornite con la posibilidad de tener una foto con cara de malo delante de un contenedor ardiendo.

A ver qué TURRA toca mañana.

Pd: Esto no es solo nuestro ni lo han inventado ahora. En Chile tienen un himno bastante pegadizo


Pd2: hay un hecho preocupante en todas la movilizaciones actuales. Da igual que sea la independencia, que el clima está locuelo, el precio de la gasolina o un fraude electoral de Evo... al final se ven gentes muy jóvenes que utilizan exactamente el mismo discurso: la utilización de una defensa violenta ante algún tipo de opresión capitalista que arrasa los derechos humanos. Se tapan la cara, se hacen sus fotos de malotes, corretean y se indignan en las redes. Luego los videos se confunden en internet porque son globalmente similares. Y no son los mismos problemas pero sí el mismo argumentario ( y quizá la misma franja de edad) : ellos, que son muy malos, no me dejan ser libre a mi, que soy muy bueno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario