18 de junio de 2018

Estímulos supernormales

Nikolas Tinbergen descubrió que podía engañar a los animales. No de una forma tonta y pueril como hacer que se lanza la pelota pero no soltarla y ver cómo el perro sale corriendo hasta ser consciente de su estupidez sino incluso estafar a los animales para ir casi en contra de sus estímulos más primarios. Tinbergen descubrió que los peces espinosos atacaban antes a unos peces de madera pintados con un rojo algo más intenso que el rojo de los peces de verdad que venían con ganas de pelea porque era el color y no las intenciones del enemigo  lo que les hacía entrar en la lucha. Descubrió que dibujando de determinada forma algunas piedras con forma de huevos los pájaros se olvidaban de sus propios huevos para incubar piedras de colores. Lo artificial, en ese caso, terminaba dejando a un  lado la realidad porque era mucho más interesante. Lo llamó estímulos supernormales.

Salvando, no por mucho, las distancias, Tinbergen descubrió el motivo por el que es más interesante internet, falso y decorado, que la vida real. Descubrió una parte de lo que pueden ser las obsesiones absurdas con las que engaña la tecnología. El motivo por el que unas tetas de mentira, una sonrisa de mentira o un desnudo con photoshop es más excitante que un ombligo con tres arrugas a diez centímetros de nuestras propias manos.

Alguien (Magnus, llamándolo "efecto superóptimo", en 1958) descubrió que el macho de la mariposa argynnis paphia se excita mucho más con un cilindro marrón dando vueltas con una luz dentro que con una hembra de su especie.

Estamos rodeados de estímulos de ese tipo que, tratándonos como animales sin cerebro, nos intentan estafar. Lo curioso es que lo consiguen  y, lo que es peor, nos hacen dejar a un lado la realidad e incluso, si me voy al lado pueril de la anécdota, a las parejas sexuales de nuestra especie por perseguir cilindros marrones con filtros de instagram o arreglos de photoshop. Las nuevas generaciones adoran a cantantes del autotune casi de la misma forma en la que a mi me volvía loco Linda Evangelista sin haberla visto jamás en vivo. Y por buscarla (aunque en realidad es por gilipollas) me quedé como estoy, comprando  leche para uno.  Le dimos grammy a Milli y a Vanilli para indignarnos porque no cantaban después y no eran más que un estímulo supernormal del pop moderno.

Somos animales estafados por la tecnología o lo fútil en mayor o menor medida. Damos importancia a  aquello que ataca directamente a al animal que llevamos dentro de la misma forma que la pornografía a las neuronas espejo. No seria mayor problema si acaso fuésemos conscientes de ello aunque cada vez es más complicado diferenciar pero si hubiera que establecer un criterio es fácil: lo menos emocionante es la verdad.

Y hay días en los que nos damos cuenta, debajo de algún balcón, delante de algún  comercio que cerró hace semanas porque los clientes se fueron volando, cual mariposas, a los cilindros con luz que no consiguen procrear. Ni crecer. Ni hacer equipo.

No conozco ningún  animal que se pare a pensar tres segundos si eso es comida o un anzuelo que le matará. Conozco una sociedad entera que vive mordiendo anzuelos, cayendo en estímulos falsos que parecen más apetecibles que la realidad.

Un bollo de chocolate  relleno de chocolate y con chocolate caliente por encima no es comida.
Y la música en directo es mejor música. A veces te encuentras a MClan, Loquillo, Zigarros, Xoel y Tequila juntos en el escenario. (Y otro que es un bluf y no me cae bien)

1 comentario: