5 de marzo de 2018

8m. Pasada de frenada.

Soy un polemista.
Y un gilipollas.

El jueves se celebra una huelga general de mujeres contra la opresión que sufre la mujer por ser mujer y ya, de paso, contra los imperialismos, la marginación, la falta de respeto de las identidades sexuales, la explotación, la pobreza, las grandes empresas, la mala educación, el capitalismo, los recortes, la corrupción y la represión (lo pone aquí)

Dan ganas de exigir también, con furiosa cólera, wifi gratis y netflix para todos. Claro que visto lo visto quizá sólo debería de ser para mujeres porque, y ahora  viene la polémica, hay pasadas de frenada en las que se considera que discriminando al contrario se consigue la igualdad. Es la versión miserable de la discriminación positiva. No se avanza mucho entonces desde la forma en la que los franceses acabaron con  la opresión de la monarquia: cortando la cabeza al rey.

Es lógico. Es cierto. La mujer, de la misma forma que los homosexuales, los de otras razas,los de religiones minoritarias, los minusválidos  o los que eran pobres tuvieron el futuro mucho más complicado que los que tuvieron la suerte de nacer ricos, bien formados, católicos, blancos, heterosexuales y hombres. No podemos negar que eso es una verdad. Tampoco podemos negar que, y son datos ciertos: el 85% de los sin techo son hombres, el 70% de los asesinados son  hombres o que incluso el 40%  de los abusos domésticos se ejercen hacia hombres. Incluso se puede asegurar que siendo hombre,por un mismo delito, se tienen 3 veces más de posibilidades de ir a la cárcel que siendo mujer. (datos, supuestamente, de feinistinfo)


Pero resulta que la tontería esa de que todo lo español es malo si eres catalán independentista, que todo lo miserable viene del mundo heterosexual si eres gay, que todos lo que se lleva las ayudas son los inmigrantes o que el problema de que la sociedad sea una mierda es porque han mandado los hombres hasta ahora no es más que una tremenda soplapollez fruto de un  simplismo absurdo en todos y cada uno de los casos. ¿Por qué? Porque el problema es el otro.

Tengo una manera muy loca en la forma de vivir: trato a las personas como personas. Me da igual su origen o su sexo, su religión o su credo pero no llevo nada bien los victimismos. Será, quizá, que soy un tipo muy raro y que por ahí existen quienes creen que tienen más derechos que los demás. Claro que visto lo visto EXIJO que se me trate como un inmigrante, gay, mujer y minusválido, si es que con eso estamos todos en igualdad de oportunidades. Nunca he sido un defensor de la discriminación positiva. En mi universidad éramos un 80% de hombres y un 20% de mujeres. Por estadística pura y suponiendo un rendimiento idéntico un 30% de mujeres tenían una ventaja injusta por ser minoría.

Creo positivamente en la igualdad pero creo que matando al hombre no se soluciona el problema. Quitar a un dictador para poner a otro sólo cambia la  balanza  pero no la equilibra y lanzar un mensaje miserable en el que el hombre es el responsable último de nuestra sociedad injusta resulta de una bajeza indigna de seres inteligentes.

Por supuesto que estoy a favor de la eliminación  de las desigualdades, la equiparación salarial (las actrices porno cobran mucho más que los actores porno), la igualdad entre las personas y la generación de las leyes y sistemas educativos en los que no se discrimine a nadie por elementos que no tienen que ver con sus capacidades innatas.

Pero no estoy a favor a pasarse de frenada. No estoy a favor de aceptar como un hecho que todos los hombres matan, que todos los políticos roban, que todos los cantantes de reggetton violan a sus parejas, que los de derechas no tienen corazón o que la tierra es plana.

No comparto las campañas en las que discriminar al hombre es moderno y llamar guapa a una mujer es un insulto machista penado por ley. Hace unos años, cuando en una tertulia y con un exceso de pluma considerable un compañero decía que le gustaba mucho el nuevo cámara y que se lo llevaría a la cama yo le pregunté si acaso el hecho de que yo dijera que a la chica cámara la iba a meter mi polla por el culo hasta que le saliera por la boca le parecía de buen gusto. Obviamente me dijo que no  y yo le espeté que es del mismo mal gusto que lo suyo. "Ya, pero yo soy gay"-  me dijo como si eso fuera un eximente. Y no, no lo es. Tampoco lo es, hay en día, si eres mujer.

Porque si para reivindicar ser mujer tienes que ser y hacer lo peor que han hecho los hombres a lo largo de la historia eres una imbécil.

Así que no estoy de acuerdo con el ruido del dia 8. Sí con la base, no con  las formas.

Y ahora, si quieres y como soy un polemista, me llamas gilipollas. O portavoza. O machirulo. 

3 comentarios:

  1. Pues no voy a polemizar contigo. Pero si con ella. A mí no me compares con una mona!

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  2. Acepto como axioma que todo manifiesto es manifiestamente mejorable.
    En el caso presente es más que evidente.
    algunas mujeres se empeñaron en conseguirlo.
    https://elpais.com/elpais/2018/03/05/opinion/1520273619_739464.html

    Yo creo que lo consiguieron.

    Gracias.

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  3. Pues yo quiero que se me trate como a un escarabajo endémico de la sierra de Entzia ( y algún día te lo explicaré).
    Te jodes çheterosexual explotador.

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