30 de septiembre de 2017

El hombre oximorón.

"Hay una mujer muy poderosa dentro de ti"- me dijo la amiga de quien aún no sabia, con un grado de certeza que pudiera ser válido, si iba a dormir conmigo aquella noche. 

Esa frase, como un lastre identitario, me ha ido siguiendo desde entonces. Me sigue cuando hago varias cosas a la vez y cuando llega el anochecer y me siento solo, con ganas de tener deberes antes de llegar a casa en forma de trabajos para el equipo que todavía no he formado y que algunos se empeñan en repetirme que jamás formaré, como una tara o una imposibilidad. Como no poder volar por muchas alas de papel que ponga en mis escápulas.

"Hay una mujer dentro de mi" porque me quedo como un niño acurrucado encima de un vientre caliente y porque coso mis tapices para taparme por las noches cuando al salir salvado del torreón, tengamos que dormir en medio del bosque. Soy un tipo práctico con miedo a no ser suficiente.

Soy un valiente acobardado porque recuerdo mucho más las batallas que perdí que las que pude ganar.

Un caballero que se queda mirando cómo sus formas rellenan la cama en diagonal, cómo hay dos agarraderas disfrazadas de cadera. Un tipo que sabe que Alicia dice que te quiere cuando ya te ha abandonado. Un oligofrénico encantador.
Una dama que gusta de ser acariciada, buscada, deseada. Una dama que se rebela contra la discriminación, contra las modas a que se niega imponerse porque no es un arquetipo. Una dama ansiando ser salvada. Una dama poderosa.

Un ser humano temeroso y con cicatrices que duelen por las mañanas.

Un hombre, valiente y cobarde, con una mujer poderosa dentro de él.
Una persona con forma de oximorón. Soy yo y lo contrario.

Perdón por ser así.

Curiosamente me vuelvo loco cada vez que descubro una mujer enérgica mirándome.

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