10 de diciembre de 2016

La "enemización" del mundo

Es sorprendente. Cuando una estrella futbolística de un equipo es perseguida por hacienda los fanáticos de su club afirman, con gran indignación, que todo responde a un ejercicio de desconcentración por parte de los poderes fácticos para que su delantero deje de meter goles. Si la misma acusación se realiza sobre la estrella rival es, obviamente, un ejercicio de persecución democrática del fraude.

Cuando, tras el informe sobre la educación española donde se ha resaltado la diferencia entre algunas comunidades, los responsables de las peor paradas han explicado que es culpa de Franco o que los examinadores han ido expresamente a preguntar a los niños más tontos pero jamás han reflexionado con que quizá algo no les esté saliendo bien. Jamás.

En cierta ocasión me preguntaron sobre aquella idea peregrina de cierto gurú político de poner un salario de 1300€ a cualquier persona por existir y mantuve que la naturaleza humana es tan miserable que una pareja en paro con un hijo mayor de edad sin trabajo jamás se preocuparía de aportar nada a la sociedad si les ingresan 3900€ al mes. Entonces me acusaron de ser un derechón fascista. Sin embargo cuando afirmo, lleno de convencimiento, que nuestro sistema debe de cuidar y apoyar a quienes han tenido menos suerte que otros hay alguno que me acusa de ser un rojo cabrón. Hay, incluso, quien me ha acusado de ambas supuestas traiciones. Parece ser que quien mira necesita sentir que el otro es malo de los del otro extremo siempre. Por alguna razón tranquiliza.

Desconozco si quien lee estas líneas ha jugado alguna vez a buenos y malos, a indios y vaqueros. Ni siquiera dispongo del dato de saber si ha visto las buenas películas de la guerra de las galaxias pero sabrá quienes son los stormtroopers, los indios, los vietnamitas o los árabes en las películas más modernas. Tienen algo en común: se mueren. También tienen en común carecer de vida anterior. Les vemos caer sin saber sus nombres, sus inquietudes o si tienen aficiones, amores, hijos o mascotas. Los cadáveres están cosificados y eso nos calma porque solamente sabemos que están ahí para morir a manos de héroe (defensor de la verdad, la justicia y asesino). Y que son muy malos porque son el enemigo.

Así que en este mundo moderno existe una necesidad imperiosa de estratificar a quien no piensa como nosotros, de convertirlo en un arquetipo, de retirarlo de la ecuación y ubicarlo en un lugar antagónico, carente de corazón, moralmente disfuncional donde su eliminación resulte la mejor de las soluciones.

Deseemos que Messi se parta una pierna, si somos del Madrid. Que Cristiano se empotre con alguno de sus Ferrari contra una farola puesta a traición por el equipo de gobierno de Manuela Carmena. Fantaseemos con que a Mariano se lo coma un oso que esté despistado por El Pardo mientras va braceando en su entrenamiento matinal, que a Pablemos se le salgan los ojos después de estirar demasiado la coleta, que Puigdemont esté muy calvo debajo de ese pelazo o que una bacteria en bebidas energizantes reviente a mil doscientos aspirantes a tronistas. Yo también he pensado en voz alta cuando un atasco me para y un listo adelanta por el arcén que ojalá se metiera una buena hostia. En todos esos casos deseamos el mal para nuestros nuevos enemigos pero lo que nos jode es que meten goles a nuestro equipo, disponen de un poder que creemos que nos castiga o viven una vida que deberíamos de disfrutarla nosotros. "Suum Cuique" significa "a cada uno lo suyo" y cuando pensamos en "los otros" podríamos estar completamente de acuerdo excepto si nos damos cuenta que eso mismo ponía en la entrada del campo de concentración de Buchenwald y entonces no, nosotros no somos unos nazis.

Pero el que no piense como nosotros es un hijo de puta y merece todos los males. Bueno, tampoco. Sólo el enemigo, el del equipo contrario, el del otro partido, el stormtrooper, Darth Vader y el vecino del hijo del diseñador de la estrella de la muerte.

!Qué bien nos iría siendo un poco más empáticos y algo menos gilipollas!

La posición correcta suele estar en el medio pero el medio es mucho menos divertido porque a veces los malos son el 50% de nosotros y para aceptar eso, reconocer un error, pedir perdón o estar contento tras un partido en empate, hay que pensar.

Es una cualidad en proceso de extinción devorada por zombies con entrañas fanáticas saliendo por sus bocas ensangrentadas, votando a mesías escorados a derecha o izquierda, al brexit, en contra de la paz en Colombia, a Trump, a la ultraderecha austriaca o francesa. Quemando contenedores "por la democracia" griega, aclamando a dictadores muertos de Cuba o de España, tirando piedras a diputados de otros partidos en la carrera de San Jerónimo o brindando porque se ha muerto alguna cabrona mientras desean ganar partiendo la pierna del contrincante.

No va a menos. Al contrario. Dales tiempo. Es más fácil invadir un país que buscar una solución, partir la cara del contrario que hablar con él. Es la "enemización del mundo" 

4 comentarios:

  1. "...en este mundo moderno existe una necesidad imperiosa de estratificar a quien no piensa como nosotros"

    No me lo quito de la cabeza.
    Algo no encaja en esa frase.

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  2. arquetipizar quedaba fatal.

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  3. Ponerte en la piel de otro conlleva el peligro mortal de que te dominen sus justificaciones y mentiras, la tendencia natural es convertir al que nos da problemas en un ser apestado del que no queremos saber nada. Hace falta mucho valor para entender a otro en profundidad, algo que no puedes reprochar a nadie más que a tí mismo.

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