25 de junio de 2016

Estúpidos y referendums.

Del libro a medias (capitulo 24, escrito hace casi un año): 
Explicaciones (o, en capítulos anteriores): 
1- Roberto, el que lo escribe, es un periodista de opinión
2- Jorge Canales es un candidato que ha propuesto que sólo puedan votar quienes no sean estúpidos (porque hay un test científico inapelable que es capaz de encontrarlos, que es la base la historia)
3- Se plantea si es ético o no castrar la democracia para que no salgan resultados absurdos y si la población aceptará de buen grado someterse al test para saber si es estúpido o no (pero se supone que todos pensarán que "el estúpido es otro").


(...)

Columna de Opinión: FILANTROPÍA, INTERNET Y MAQUIAVELO por Roberto Martínez.
                                                         
“Una de las cosas que más le gusta al ser humano es ser parte de un grupo, pero no de un grupo cualquiera sino de un grupo mejor que el de los demás. Después, desde la atalaya que da saberse dueño de esa posición, hacer el gesto dignificante y generoso de apiadarse de quien se encuentra en una situación peor esperando que llegue a ser una décima menos de lo que es él.  Se llama, cuando es de corazón: filantropía.  Su opuesto es misantropía.

Si antes de un partido nos dicen que se sabe el resultado final y que podemos ir con los que van a ganar o con los que van a perder la mayoría, excepto los masoquistas, elegirán a los ganadores.

Así que si a la población se le pregunta si quiere ser una persona de bien o un estúpido lo lógico es que decida ser una persona de bien. También es de rigor que deseamos estar rodeados de personas de bien, que nos queramos mucho y que seamos felices.

Por supuesto nadie piensa de si mismo que es malo o cruel, incapaz o aprovechado. El ser humano tiene, habitualmente, un alto concepto propio.

Jorge Canales ha ganado la candidatura de su partido, con grandísimas posibilidades de ser poseedor de una mayoría absoluta, diciendo que solamente van a tener capacidad de decisión democrática la mayoría de personas de bien. Que los estúpidos, definidos como los “listos de los cojones incapaces de pensar en el bien común”, van a ser podados de ese derecho fundamental que es el voto. ¿Debería de valer lo mismo mi voto que el del “tonto del culo” del tercero?. No, excepto si soy el del tercero.

Sobre el papel se podría pensar que es una barbaridad y un atentado a la regla básica de la democracia en la que a una persona le corresponde un voto y que es la decisión de la mayoría, estúpida o no, la que mejor nos representa. Por otra parte hay que reconocer que el desprecio por los derechos es un clásico de la sociedad moderna y que quien no tiene la capacidad de respetarlos o actuar con inteligencia debería de ser castigado por ello de la misma forma que se castiga a los niños sin cena o sin salir de casa tras portarse mal.

Uno de los ejemplos más claros de la democracia mal entendida resulta ser internet que, como el gran invento que es, fue creado para intercambiar información de una manera rápida y acelerar la extensión del conocimiento humano en cualquier recóndito lugar del planeta. Sin embargo se ha convertido en un reducto de porno y gatos, de videos con caídas absurdas, de selfies, de billones de mensajes y ocurrencias carentes de ningún sentido. El 90% de la información que satura servidores, cables submarinos de miles de millones y dispositivos de usuarios es basura. Democrático, si. Basura, también.

Sin embargo cuando se pregunta a una persona aleatoriamente por la calle el uso que hace de internet jurará que es para consultar datos, trabajar e incluso estar en contacto con sus amistades lejanas. Nadie confesará que se dedica, antes de que sus mascotas acaben comiéndose sus restos, a grabarlas haciendo tontadas.

Con eso se deduce que las estupideces, los insultos o las mamarrachadas no las crea nadie y no las consume nadie. Ya se sabe que si un video tiene treinta millones de visitas es, seguramente, de física cuántica.

Volviendo a la propuesta del Sr Canales hay que reconocer que cuando un ciudadano es preguntado si acaso debería, la democracia, de poner trabas a quien no sabe apreciarla es seguro que dirá que si porque se considerará en el lado del equipo ganador, del grupo mayor, de la posesión de la verdad y la inteligencia. Se considerará razonable, ecuánime, integrador, dialogante y, sobre todo, nada estúpido. El tipo del tercero, también.

De pequeño pensaba que “filántropo” era un insecto.


Maquiavelo describió en El Príncipe cómo el ejercicio real de la política contradice con frecuencia la moral. La naturaleza humana también.”

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