11 de abril de 2015

Cada vez que haces botellón se muere un camarero

Ayer defendía un muchacho, alarde de la modernidad y los ajustes enfrentados a la postadolescencia, el botellón. A su lado un hostelero con ocho mil dias de experiencia asiente al hablar del precio de las copas, como si con cada diez euros pusiera cara de avaricioso al lado de la caja. Le dice que las copas son excesivas y él responde, tras tomar aire, que un bar no solo es cerveza. Es la música, los baños, la sonrisa del camarero, las chicas que te ligas y el suelo limpio. Un bar no solamente da copas. Dicho así posee una lógica aplastante. A veces que el camarero atienda a tus estupideces hay que pagarlo. No es tu amigo, tu siervo ni tu psicólogo.

Afortunadamente las copas aún no se pueden pedir en webs chinas.

Hoy tuve un cliente que, casi como un especialista, había decidido arreglar las averías de su ordenador. Después de leer en foros, contrastar guías y doblar algún destornillador, pide una pieza muy particular. "65€"- le digo poniéndola en la mesa. "No"- replica. "Más de 20€ no te voy a pagar". "¿Por qué?"- le pregunto sabiendo que su precio es ajustado. "Porque he comprado en una web china por 20 esa misma pieza". Entonces le miro y le pregunto "¿Ha funcionado?". "No"- dice con una sonrisa- "si hubiera funcionado no estaría aqui". Entonces le intento explicar que lo mío funciona, que tiene garantía, que dispongo de cierta titulación y conocimientos como para saber lo que es y responder por ello pero, por sorpresa, se fue sin comprar y, como últimamente pasa más a menudo de lo que sería inteligente, sin querer valorar la experiencia, garantía, sonrisa, calidad e inmediatez. Si no son solamente las copas, tampoco solamente es algo que parezca un producto final porque, al menos en este caso, ni siquiera funcionaba lo comprado por internet.

Parece que los clientes básicos asumen que un centro comercial o una web sin garantías puede estafarles pero, por el contrario, el especialista es un esclavo que debe de ceder a sus deseos monetarios. No hay problema en pagar la cerveza a precio de oro en los bares del Santiago Bernabeu pero la salida de un electricista de carrera para reparar a domicilio el microondas es un escándalo.

De la misma forma en que la publicidad actual no se habla de virtudes del producto sino de sensaciones experimentadas (sea un coche, un seguro, un teléfono o un yogurt) parece un delito razonar que estamos aquí para hacer negocio y lo que pone "gratis" implica "estafa encubierta". Hay quien se gasta 120€ en una camiseta de Messi pero le parece un abuso que una bandeja de lomo valga 3.45€ y manda un whatsapp desde su iphone al telefono chino de imitación sin bateria ni garantía de su cuñado. Nunca hay punto intermedio.

La licencia de apertura, las cotizaciones a la seguridad social, las calidades, las garantías y la experiencia no se tienen en cuenta al comparar la manta del negro con el bolso de Bisca&Lolas con la emprendedora que abrió debajo de casa y te trata por tu nombre.

Porque, sencillamente, no es lo mismo.

Dicho así es una obviedad mientras, a base de estupidez, algunos os vais quejando de los pocos comercios que quedan de verdad y de lo frías que son las franquicias, las grandes superficies o que no saben hablar los chinos.

Cuando no queden médicos porque los acupuntores asiáticos o los curanderos guineanos que matan un carnero hayan acaparado el mercado porque son más baratos se procederá a la extinción de la especie.

Hay cosas que no se mueren solas sino que se matan de inanición.
O de botellón

Nuestro consumo, mucho más que nuestro voto, es la manera más democrática que tenemos de organizar nuestro futuro.

Cada vez que vas a ikea se muere un ebanista. Cada día que haces botellón despiden a un camarero. Cada vez que pasas por un centro comercial hacen un nuevo contrato basura quitando a un indefinido. Cada click en una página sin garantía fallece un dependiente. Eso no es modernidad, es el resultado de tus actos.

La copa tiene un precio que es suma de todos lo que la acompaña de la misma manera que si eres de esos afortunados que tienen trabajo habrás valorado lo que te cuesta llegar a la oficina (pero, claro, ese es tu trabajo y no el de otras personas a las que te importa un bledo valorar)

Y ahora te vas en un vuelo de Ryanair, que paga miserias a sus empleados, a protestar por los salarios dignos.

1 comentario:

  1. ¡65 €!

    Hace dos legislaturas que yo no tengo una cuenta con un cliente por ese importe.

    No imaginas cuánta razón tienes.

    Por cierto, el cliente que venía de la web china, ¿no aprovechó para darte unas lecciones de lo que estabas haciendo mal y cómo deberías hacerlo para superar la crisis?

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