9 de abril de 2014

Es literatura, estúpidos

Vivimos subyugados por opiniones, por columnistas fracasados que se empeñan en lanzar palabras como quien lanza boniatos contra las paredes de un ministerio. Vivimos creyendo que realmente los humanos sin el rótulo de actor que aparecen en televisión son de la forma que se muestran, que no hay dobleces y que la imagen pública y la  realidad es exactamente lo mismo. Vivimos creyendo que las personas tienen una sola faceta, una sola imagen, un solo doblez. A los humoristas les paran por la calle para que les cuenten un chiste. A los contertulios les llevan la contraria, a los periodistas deportivos les ponen la zancadilla.

Yo hago literatura cada vez que me siento delante de un teclado y más aún cuando fantaseo con un bolígrafo, esparciéndome con un microrrelato o tres palabras inconexas que me puedan decir algo sin tener que decir , precisamente, nada que sea verdad.

"Se acercó contra mi cuerpo con la ropa desajustada y las yemas de los dedos apretando en la base del cuello" es literatura en estado puro. "A lo lejos, jugando con su teléfono desde la ventanilla del coche e iluminando la calle con los cuatro intermitentes que señalizaban mi destino, un grupo de adolescentes ruidosos se interponían entre el tráfico y la distancia, casi a modo de logística imposible" también es literatura.

Y sin embargo la literatura, como todas las impresiones correctas o incorrectas de la vida, tiene un origen real que se distorsiona según van pasando los párrafos y las ideas comienzan, de una manera mágica, a vivir su propia vida. Conozco a quien tiene los mismos celos de mis frases como yo de sus últimas horas de conexión. Conozco a quien cree, simplista y envidioso ocasional, que todas y cada una de mis historias son ciertas. Son las mismas personas que creen que los vascos somos cerrados y brutos, los catalanes avaros, los andaluces sencillos y los madrileños ególatras y un poco chonis.

Conozco a quien, votante convencido, cuando se le ponen dos declaraciones públicas de su político favorito diciendo con firmeza lo mismo y lo contrario, entra en una paradoja espacio-tiempo que le hace borbotear la masa encefálica.

Abstraerse de la imagen de la verdad es la mejor forma de comprenderla.

Nuestro cerebro no nos permite ver la realidad tal y como es, afirman científicos. El cerebro edita los recuerdos constantemente y eso nos hace ver amores, engaños, penaltis, fracasos, presentes y pasados de una manera lejana a la verdad, como si fuera nuestra forma de hacer literatura con la salvedad de que más de uno se lo cree. El problema está en creérselo y dar por cierto lo que se nos ha formado, como un coágulo, en la memoria.

Superman empezó a ser un problema cuando los niños, con las capas que recibían en navidad, empezaron a saltar de los edificios.

"El aire que me golpeaba la cara ni siquiera llegaba a los pulmones. Entraba ahogando sin darme vida. Giraba la muñeca para tapar con el ruido del motor las escenas dramáticas de las que había escapado tras colgar el teléfono y entonces aquel coche, negro y antiguo, me despertó del letargo casi con un accidente del que volví sin un rasguño. Pensé que por un momento aquella estupidez me hubiera convertido en una estadística, en un hueco a rellenar de la zona de sucesos. Me sentí bufón y estúpido." Es literatura y tampoco lo es. La verdad suele estar por ahí cerca pero siempre hay una decoración, una idea, un filtro, una palabra buscada, un poco más de lluvia o unos dedos que no pasaron tan próximos.

Me da igual que sea sexo, política, una anécdota de bar, la manera en la que nos vimos al abrir la puerta o el día que llegue la próxima despedida. Da lo mismo que sea la imagen de un universo paralelo o el eco de mis pasos si vuelvo a dar paseos inconclusos por el parquet.

Algunos lo hacemos poniéndole nombre y otros lo viven como si estuvieran sumergidos en un mal libro escrito por un guionista en paro. Es literatura, estúpidos.

No todo lo que escribo es cierto. No todo lo que creemos es verdad. Todo tiene un punto válido y mil detalles inventados. Yo no vuelo con capa pero existe mi kriptonita. Lois, ¿donde estás?

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