Una de las cosas que consideró "por defecto" la generación a la que creo pertenecer es que las personas, como tales, están por encima de sus creencias o del color de su piel. Asumimos que se puede ser colega de un cristiano, de un árabe, de un negro o de Paco Clavel sin que por ello tengamos que ir a misa los domingos, ponernos mirando a la Meca o llevar gafas verdes de pasta. Hasta aquí creo que estamos de acuerdo.
Sin embargo, casi como un efecto colateral que es resultado de los estados de opinión y de las modas, si te ven rodeado de gafapastas te catalogan como un hipster, si te emocionan las actuaciones en directo de Madonna eres gay y si te cabreas y quemas un contenedor eres de La Eta. Eso pasa aunque seas de Burgos y te encante la morcilla.
No es lo mismo vestir de Zara, de Strafalarius, de Massimo Dutti o de alguna tienda ecológica dirigida por una hippy que esté en el casco antiguo de la ciudad a la que pertenezcas. No fue lo mismo ser de Alaska y los Pegamoides que de Barrikada. Ni siquiera es igual tener un Nokia, un iPhone o un Samsung. Es más, no es lo mismo un Note que un S4 y mucho menos un Samsung Mini, porque eso es de burgueses venidos a menos. En este mundillo en el que más de uno prefiere una buena wifi a un coche tampoco es igual un Land Rover que un Porche Cayenne. No es igual ir a Benicassim que al Low Cost Festival. No es lo mismo sufrir con Triangulo de Amor Bizarro que con Alex Ubago. No puedes pedir bachata al dj de la discoteca de moda. No puedes fumar tabaco pero puedes liarte unos porros. No es igual. No perteneces a los mismos grupos.
Pero, eso sí. Aquí nadie discrimina por religión o sexo, sólamente por el márketing.
Aitor Merino ha presentado una película en la que habla de la relación personal con un colega que se reconvirtió, con el paso de los años, en activista etarra de esos que creen en el matarile y en la superioridad de la raza vasca (un retrasado, para qué lo vamos a negar). Claro que eso no tiene por qué afectar a la amistad que, como compañeros, les unía desde atrás. Se puede ser amigo de un asesino e inclusos quererle como persona y de eso, de esa extraña forma de no discriminar a nadie por elementos definitivamente distantes como pueden ser las bases del respeto a la vida humana, es de lo que va la película.
Yo tengo muchos amigos gilipollas. Muchos. ¿Me convierte en gilipollas?. Dependerá a quien le preguntes. Estoy convencido que a la inversa sucede igual y no tienen, los demás, que serlo debido a mi influencia y a este aura de gilipollez que me rodea y que emana como una antena de telefonía. La santidad no se pega, la estupidez tampoco. El catarro a veces.
El ser humano (no encontré el link pero pongo uno de Punset) prejuzga siempre y esto es debido a que responde a una necesidad de partir de respuestas aprendidas para ir más adelante. No se preguntan determinadas cosas, se sobreentienden. Eso, simplificando, es prejuzgar. Viene de serie. También viene de serie la moral, aunque digan que se relaja por las tardes. Disponemos de enseñanzas que nos llevan por lugares insospechados y muchas veces a puntos de partida erróneos.
Algunos aprendimos a no discriminar por lo que discriminaban nuestros padres. Otros empezaron a discriminar por marketing. Otros a hacer nuevas discriminaciones.
Y lo que hacemos es, a veces por oir una música, vestir de una forma, usar el Line en vez del Whatsapp o ser amigos de infestados, es crear criminales (que no lo son).
Pd: remember: Prejuzgando
Mire, qué quiere que le diga.
ResponderEliminarUsted maneja la posibilidad de ser amigo de un asesino como si dijera: "tengo un amigo que le gusta el fútbol y a mí no".
¿Qué tal un abusador de niños? ¿Sería Ud. amigo de uno?
Iría a verle a la cárcel, si. Incluso si le hubiese denunciado yo mismo por pedófilo y cabron. (Excepto sí hubiera abusado de mis hijos, con lo que le diría"0: "querido amigo, te voy a cortar las pelotas. Ya no tenemos amistad").
ResponderEliminarPesimista... Creo que debo recordarte los estupendos principios sobre la esupidez humana que publicaste hace un tiempo. Igual ya te has olvidado de aquellos riesgos que conllevaba asociarse con gilipollas y de que los estúpidos son el tipo de persona más peligroso que existe, peor aún que los malvados.
ResponderEliminarNo sé si estoy de muy de acuerdo con lo que está detrás de lo que dices. Igual es que no lo entiendo bien (sobre todo la última frase).
ResponderEliminarAún así, me parece una magnífica reflexión.
"Y lo que hacemos es, a veces por oir una música, vestir de una forma, usar el Line en vez del Whatsapp o ser amigos de infestados, es crear criminales (que no lo son)."
ResponderEliminar...es una licencia con Criminal y Discriminar, que no es lo mismo pero suena parecido. (como si discrminalizar y criminalizar fuera parecido (que no lo es))
Ahora mejor.
ResponderEliminarYa sabes, los de Deusto somos un poco torpes (espero que no se nos discrimine por esto).
Mil gracias.