8 de octubre de 2013

Pirateos de los 80 y los 90

Reconozco que hace muchos años robé el disco de Tahúres Zurdos en El Corte Inglés, y me lo quedé por esta barbaridad de canción:
Era la manera que teníamos de piratear música en aquella época si exceptuamos grabar la radio con el cassette dando al play y al rec a la vez y esperar al pause en los anuncios. Después, porque algunos éramos ricos, teníamos un doble pletina y grabábamos del tirón los 45 minutos de una cara en una cinta de 90 de TDK. Lo primero que me grabé, porque soy así de raro, fue el Paris de Supertramp. Para eso ahorré una cantidad de dinero infernal y me compré una cinta de metal, que eran las buenas.
Más tarde me hice amigo de un chico al que le gustaba ser el malo de la clase y yo le señalaba el disco que quería y él, poniendo cara de delincuente, se lo metía en el abrigo y me lo daba tras ese flujo de aire que tenían siempre las puertas de los centros comerciales. Es decir, en la calle, que es donde le esperaba yo como un capo mafioso a la espera de un vinilo de Clapton, de Dylan, de Genesis o de Radio Futura..

Cuando él repitió curso yo me hice con un rollo de precinto de la sexta planta de El Corte Inglés y compraba cual ciudadano ejemplar mi disco. Lo llevaba a casa. Me lo grababa con calidad mientras dibujaba la carátula y lo volvía a empaquetar, añadiendo el precinto, para ir al mostrador de devoluciones contando que era un regalo que me habían hecho por mi cumpleaños y que no lo había abierto, por lo que reclamaba a la empresa el cumplimiento de su compromiso de devolución del dinero. Reconozco que esa era una estrategia malévola y casi perfecta que seguí realizando en todos los establecimientos de la marca a los que pude tener acceso durante años. Quizá por eso ahora mi colección de vinilos es pequeña.

Luego llegó el cd y la cosa era más sencilla, llegó el Napster y el Emule, llegó Mipony y el Jdownloader. No usé nunca el Ares porque me quedaba demasiado por oir y me entretuve con bandcampdownloader para poder escuchar las maquetas antes de comprar, como si fuera el último usuario, discos de oferta en secciones vacías de los nuevos centros comerciales donde agoniza una manera romántica de conocer la música y, he de decirlo porque han prescrito mis pecados, piratearla como yo lo hacía.

Pd: Y devoraba un disco a la semana mientras ahora salto de video a a video de youtube o termino apagando spotify al oir el decimosexto anuncio mientras he llegado a una banda de rock progresivo finlandés. Entonces me refugio en grooveshark y, por alguna razón, termino en algo que tuve en vinilo en mis manos.

Todavía me funciona el tocadiscos. Es donde escucho el Blood On the Tracks.

1 comentario:

  1. La verdadera historia del pirateo se escribe en sentido inverso; tuvimos que comprar en formato CD discos que habíamos tenido (¡¡¡que teníamos!!!) en vinilo y copiadas en cassette.

    O películas que vimos en el cine, luego las grabamos en Beta, en VHS, pillamos a un negro, luego en DVD, más tarde en blue-ray (en edición limitada).

    Y, antes de todo eso, recuerdo haber comprado singles, ese formato en el que pagabas por la canción que querías escuchar y que incluía una más, de regalo, que venía en el otro lado.

    Puedo jurarlo.

    Dime ahora quiénes fueron los piratas...

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