Hace un par de dias un ciudadano medio apareció en mi negocio. "Hola, buenas. Estoy buscando un cable para conectar mi televisión al ordenador". Dicho así no es una petición extraña en estos tiempos de multimedia digital que nos atañen. "Correcto, caballero"- le respondí- "¿me puede indicar, por favor, el tipo de conexión que tiene en dichos extremos y lo que quiere hacer con ello para que le de el cable idóneo?". "Si. Quiero, conectando la cámara betacam al dvd antiguo de la televisión, poder editar los videos que tengo grabados de mis hijos con el pc y subirlos a internet para que los vea mi cuñado".
Tras unos segundos de estupor máximo sentencié: "Lo siento, señor. Lo que me pide es imposible".
"¿Como va a ser imposible si el dvd tiene usb y en el ordenador me queda uno libre?"
En ese momento estuve muy tentado en explicarle que por mucho que le entre el prepucio en un vaso de tubo no quiere decir que pueda tener hijos con el síndrome del niño de cristal. Estuve tentado de hacerle entender que un agujero no tiene la función que queramos, sino la que tiene, aunque nuestros deseos irracionales infantiles, aquellos que creen que existen los gallifantes, le quieran hacer fantasear con lo contrario.
Hace unos años la tecnología era algo a lo que las personas de bien tenían respeto. No metían los dedos en el enchufe porque sabían que les iba a dar corriente. No pensaban, ni en sus sueños más húmedos, que un dia la tecnología les permitiera hacer la mitad de las cosas con las que soñaron pero el marketing tiene la culpa de que ahora, con tanto anuncio diciendo y jurando que algún ingeniero loco ya ha pensado por ti lo que se te podría ocurrir, alguno piense que la modernidad es infinita.
No pongo en duda que más de uno cree que, ya que su coche es tan seguro, puede reventarlo contra una pared sin miedo a romperse una uña. Tampoco me extraña que, entre una y dos copas de un after, alguno jure que realiza transposiciones genéticas de la trócola de su coche con un software pirata que ha instalado sobre el android de su teléfono. El problema está cuando hay alguien que se lo cree viene a quejarse de no ser capaz de hacerlo después de comprar un ratón inalámbrico y exigir que le digas donde está la tecla mágica que todo lo puede.
Una vez entró un cliente enfurecido con una torre en el servicio técnico. Enfadado como un mandril se fue al mostrador "este ordenador está mal" y lo puso sobre la mesa "porque cuando me bajo una película no es la que yo quiero, es porno".
¿Cuando empezó la era del desparpajo 2.0?. ¿Cuándo y cómo hicimos creer a alguien que con tener una pala y un rastrillo podían hacer el Empire State Building?. ¿En qué maldito momento se perdió el respeto por la experiencia y la lógica, por lo posible y lo imposible?. Bricomanía, algún cuñado mentiroso y esos anuncios en los que las personas sonríen mientras un ordenador hace todo por ti son los responsables de la decadencia de lo mágico y la insolencia de la irracionalidad.
Hace unos minutos alguien me dijo que su tablet (de 100€) estaba mal porque no podía instalar el Battelfield 3 pirata que había descargado su sobrino con un torrent. Ayer alguien se alteró porque su ipad no era capaz de adivinar las claves de las wifi a su alcance porque "si me he gastado 600€ debería de conectarse solo"- sentenciaba. La semana pasada me pedían cambiar un panel roto de un portátil por menos de 30€ "porque no estoy dispuesta a pagar más" y porque "no entiendo cómo se ha roto si se me ha caido un par de veces". Hace tiempo un cliente se enfadó porque había aparecido una foto de su cuñado entre los documentos recuperados de su disco duro "y no le aguanto" (era su excusa). Existe quien cree que escaneando las facturas aparecen solas en una tabla de excel y hasta hay alguno que mantiene que conectando el ordenador a internet te sale novia, voluptuosa y turgente, en menos de diez minutos.
A alguno se le pone cara de hacker cuando es capaz de desinstalar la babylon toolbar, cara de Fernando Alonso cuando derrapa un poco al salir del semáforo, cara de Nacho Vidal si le dura la erección diez minutos.
Estúpido caradura, cuando se lo cree. Más de uno está convencido que si hace cosas en "la nube" es que es un semidios y no un mortal con experiencia y carrera al otro lado del mostrador.
Pd: todas las anécdotas son verídicas y de este último mes.
Pd: todas las anécdotas son verídicas y de este último mes.
joer,lo que no te pase a ti ,no le pasa a nadie jaja .un saludo
ResponderEliminarQuerido Desparpajo:
ResponderEliminarQuizá esta no te haya ocurrido.
En los tiempos de los módems analógicos que enviaban y recibían fax, yo hacía de oficinisto de mi padre. Le llegaban y yo se los imprimía. Nada fuera de lo común.
Lo horripilante ocurrió cuando un día mi padre necesitaba enviar un fax y yo no estaba. ¿Te imaginas qué hizo? Sí. Metía el papel con todas sus fuerzas por la impresora -por donde lo había visto salir impreso- al objeto de que el fax se enviase. Pensamiento inverso podría llamarse.
Un saludo.
Me ha gustado el post, pero si no lo digo reviento: ¿cómo puede ser que existan personas que pongan punto después de cerrar una interrogación? Me debes un par de ojos nuevos.
ResponderEliminarPerdon, Andoni. Necesito gafas. Mi profesora de literatura nunca me puso buenas notas por mi falta de criterio.
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