9 de marzo de 2013

Hipsters con criterio

Los que ahora se denominan hipsters, que son los mismos que se creían gafapastas, resultan ser una deformación social que camina por el alfeizar de la crítica sesuda y coherente después de descubrir la obviedad del fracaso de lo criticado. Se sientan ante una cerveza con la misma preponderancia de un gurú explicando como tienen razón ante un hecho erróneo consumado. Puede ser la crisis y puede ser la manipulación mediática. En ese último caso no dudarán en citar a Chomsky.

De la misma manera que se les llenaba la boca con la contaminación en los años 90 ahora pueden hablar de la falta de controles sanitarios en el etiquetado de la carne de caballo (con vacuno) y lo escandaloso que resulta que una empresa de muebles con poca madera vendan caca con poca carne. Son los hijos de aquellos a los que se les llenaba la boca con la palabra "democracia" cuando se murió el dictador con una puesta en escena muy parecida a la de Chavez y que ahora explican con serenidad iluminatoria lo agotado del sistema sin proponer, no sea que ese halo adivinatorio se chafe, una alternativa válida, viable y mejor.

Son los que sacan el smartphone de moda y ensalzan a android sin admitir que hace tres dias querían a apple después de haber abandonado a nokia.

En realidad son los sujetos de estudio de Chomsky.

Las personas contemporáneas, por alguna razón social que no llego a entender, necesitan una serie de guías espirituales del comportamiento social. De la misma manera que aquellos que hemos sido educados al abrigo de la fe cristiana tenemos ciertos reparos ante la satisfaccion casi animal de los instintos sexuales sin compromiso porque habita dentro de nosotros un pequeño cura cabrón entre los prohumanos de la actualidad figuran una serie de parámetros dificiles de cambiar.

El estilismo del catálogo de Ikea, la tecnología impuesta de las grandes marcas, el barriobajerismo de los concursantes de los realitys, la automoción de la jet set, Paris como el icono del amor, el bronceado de vuelta y vuelta como un sinónimo de relax, el Hola como una aspiración social o, por poner otro ejemplo, el cambio estacional de El Corte Inglés.

Resulta profundamente complicado llevar la contraria a ese tipo de ideales o direcciones que se han quedado marcadas a fuego como incontestables referencias. Esas referencias, incluso en estos tiempos de exceso de pareceres e información, son casi las única opciones que aparecen cuando se busca un tema de debate. Si fuera música podría parecer que no hay más artistas que aquellos que suenan en los 40 y, desafortunadamente para los oyentes de los 40, la mejor música no suele sonar por allá de la misma forma que las personas con más clase no aparecen en el Hola ni las casas más acogedoras están en aquel catálogo que desbancó a la biblia como la publicación más impresa de la historia de la humanidad.

Sin embargo aceptar la realidad de que la verdad no viene indicada en los faros que alumbran nuestro mundo mercantilista es lo mismo que perderse. Y cuando me siento perdido lo único que me apetece es tumbarme en posición fetal y esperar a que luzca alguna señal.

Así que vivimos en un mundo en el que es necesario tener opinión ante todos y cada uno de los complejos temas que nos rodean. Si no hay opinión lo que se hace es tomarla prestada y aquella retroalimenta nuestros pareceres. Oigo conversaciones sobre medicina, informática, seguros , automoción y moda en los taburetes de los bares como si allí vivieran expertos. Desconozco si saben que están cacareando como loros las opiniones de otros. Ni siquiera creo que "los otros" sean, como dice Chomsky, mentes inteligentes que han decidido manipular a la masa. Creo que simplemente son corrientes que arrastran y que, en realidad, se necesitan para creerse más inteligentes, mayores reyes de la creación, hipsters con criterio.

Yo me convierto en uno los sábados impares.

3 comentarios:

  1. He echado en falta una mención a los papables.

    Para saber qué pensar, digo.

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  2. Alberto. Lo mejor de lo de tener papa no es quien sea... !!!es la fumata!!!

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  3. Pues mira, no voy a opinar, ja, ja. Ya lo has dicho todo.

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