Viene a ser como esa fascinación que dicen que se tiene en Cuba con Kathy Ferreiro (a la que llaman la Kim Kardashian cubana) y , a mi, me parece un almohadón.
Claro que, para desquitar a Cuba y su eterna sabiduría también hay que decir que el gobierno de la isla ha decidido prohibir el reggetton por vulgar, banal y mediocre. En eso estoy de acuerdo. Más de una vez he pedido a Dios que me diera una recortada para matar a algún adorador de ese (y otros) ritmos infernales repletos de estupidez y falta de gusto. Normalmente eso suele suceder en un semáforo, para qué engañarnos, mientras un muchacho con la cara fija en el frente y anclado en el asiento de su bmw de cuarta mano tiene el volante a la altura de los ojos y otea desafiante al universo de la calle.
Los tiempos cambian y los gustos también. El 28% de la juventud lee prensa pero el 77% tiene perfil en las redes sociales. Yo hice un periódico con 13 años en el colegio y mi sobrina, que tiene la misma edad, mata por una conexión wifi donde poderse sentar a engordar su culo. Al menos no le gusta el reggetton. Unos juveniles de 15 y 16 años han matado a un juez de línea en un partido de futbol de Holanda y a mi me castigaban en casa si me echaban por la quinta falta personal. Las aspiraciones y los deseos son volubles como lo es la publicidad. A veces deseamos muchas cosas que no necesitamos o ni siquiera sabemos si las necesitamos. A veces nos gustan las mujeres escuálidas y los pechos breves, las formas rectilíneas o las transparencias. A veces nos gustan redondas. A veces, solo a veces, decubres que entre toda esa modernidad vuelven las tres gracias de Rubens a ritmo de reggeton.
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