Hoy hace un año que se supone que se acabó lo de la ETA.
¿No recuerdas lo que era?
Era una banda de bocazas que pasó de decir que te iba a partir la cara, que es lo que pasa en las puertas de las discotecas, a coger unas pistolas y unos kilos de amonal y ponerlos en los bajos de los coches de los que les caían mal. En un principio, quizá en el pleistoceno, decían unas cosas como "respeto a la identidad vasca" y "la imposición del gobierno franquista" que, no nos engañemos, fueron celebradas con alguna copichuela a lo largo de toda España el día que hicieron volar por los aires a Carrero Blanco. Pero entonces la televisión, de quien la tenía, era en blanco y negro.
Después, al llegar la democracia y como sucede con casi todas las ideologías de autor, el negocio lo pudo todo. Daba igual que existiera una cosa llamada democracia o que hablar euskera fuera moderno. Daba igual que algunos nos confundiéramos entre Ertzaintza y Ertzaina porque siempre nos pareció más sencillo utilizar la palabra policía. Daba lo mismo que los niños vascos aprendiéramos euskera en vez de aleman o que tener un notable en medicina valiera menos, en el caso de un puesto en la seguridad social (que se llama Osakidetza), que saber declinar correctamente en un engendro linguístico llamado Batua. Daba lo mismo, incluso, que hubiera unas cotas de autogobierno que no habría soñado el mismísimo Mario Onaidia (cuando llevaba pistola) o que incluso éste último diera ese paso evolutivo ideológico hacia la defensa moderna de los ideales, que es con la palabra. En un determinado momento algunos macarras aprendieron que sentarse con una pistola en la mano era mucho más rentable que ponerse a trabajar por un pueblo compuesto de las variedades múltiples que componen una sociedad.
Así que algunos tuvimos que vivir la vergüenza de soportar como un grupo de mafiosos hacían gala de un supuesto amor a una patria sobre la que se cagaban contínuamente manchándola de sangre. Algunos, un poco después de la edad de hierro, empezamos a salir a la calle diciendo que estábamos hartos de toda esa mierda y lo que empezó siendo un acto de valentía se convirtió en algo común y respetable, como también era respetable que alguno apostara por pagar en euskos, levantar barreras y permitir exclusivamente la música folklórika más ancestral. Opinar, descubrimos, es libre.
Y entonces, casi como un refresco carbonatado, las burbujas fueron desapareciendo. Eta dejó de ser fashion. Algunos, poseídos por la estupidez o las malas modas pasadas, convirtieron aquello en un doloroso parvulario enmohecido por las drogas de fin de siglo. Otros, quizá porque habían aprendido a sacar cierta rentabilidad del dolor de los demás, tampoco se esforzaron mucho en que todo aquello terminara.
Desde mi punto de vista 3 cosas acabaron con aquello. 1º Matar Miguel Angel Blanco y tener que correr a las herriko tabernak a ser protegidos por la ertzaintza de sus vecinos enfurecidos. 2º Cortar el flujo de dinero institucional (con una herramienta "criticable" como fue la ilegalización de las ideas). 3º Que la sociedad vasca se hartó de tanta tiranía y de tanto salvapatrias.
Así que un día, hace tiempo, dejó de importar. Nos convertimos en un pueblo al que le importa vivir bien mucho más que si se doblan las películas de Bruce Willis al vascuence. Nos preocupamos de nuestro trabajo, de nuestras cositas y de volver a ganar la copa del rey. Es más, aprendimos a utilizar algunos símbolos como una manera de dar por el culo al vecino de la misma manera que el vecino lo hace con nosotros porque tontos hay en todas partes.
Mañana se vota en Euskadi. Por una parte tenemos a un grupo de baturros autodidactactas moderados (que ganarán), por otra tenemos a las ramificaciones estatales arcaicas de la derecha y la izquierda (que perderán) y, sin hablar de la izquierda más fragmentada del estado, tenemos a todos aquellos que quisieron pagar en euskos, se les llenaba la boca con el sistema político albanés y ahora hacen como si no hubiera pasado nada.
En realidad nos hemos vuelto una región, pais, autonomia o entorno sociopolítico aburridamente normal. Eso es de agradecer. Es de agradecer que volvamos a ponernos en manos de políticos inútiles, fruto de decisiones absurdas de mayorías irracionales y que vayamos a vivir una marea secesionista que nos intente demostrar que estamos mal por culpa de las Españas y de los excesos valencianos o de las vagancias andaluzas. Es de agradecer que poco sea lo que nos diferencie de catalanes o gallegos, de extremeños o canarios, de belgas o de letones. Es de agradecer que no se nos señale con el dedo por ser el último reducto europeo de asesinos al abrigo de ideales insultantes. Es de agradecer que nos vayamos a quedar con nuestras desigualdades sociales, nuestros sistemas corruptos y nuestras tasas de paro, con nuestros incómodos futuros y las tonterías contemporáneas del siglo XXI.
Es de agradecer que ahora, cuando ya ha pasado un año, parece que esté contando una historia de ficción.
Creo, sinceramente, que esta es la reflexión del dia de reflexión que hay antes de una votación más en un pais que es mejor que hace un año.
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