23 de octubre de 2012

Del Scalextrix (rip) al cosplay

Para el que no lo sepa el Cosplay es esta afición de muchos más de los que parece a disfrazarse de alguno de sus personajes de videojuegos o comic favoritos. Tiene un par de elementos a su favor aunque, visto desde una visión adulta y un poco viciosa, que los personajes de la cultura popular sean ultramachotes o sobresexyfemeninos es un punto suficientemente importante como para dejarse llevar por la contemplación de jovenes caracterizados hasta la saciedad con vestimentas que, en algún caso, hacen dudar si el mejor invento del mundo, muy por delante que la rueda, son los leggins o el latex.

Lo cierto es que cuando yo era pequeño, y teniendo en cuenta que los juegos electrónicos consistían en una luz que se movía de un lado a otro, disfrazarse de pong no tenía gracia. Aún te disfrazabas de vaquero o de indio. Quizá, si eras muy atrevido, te disfrazabas de Charlot. El disfraz barato era el de futbolista y , unos pocos años después, el disfraz barato de los hermanos pequeños de mis amigos era el disfraz de punky porque consistía en ponerse los vaqueros rotos, echar gomina hasta que el pelo se quedaba de punta y colocarse unas cuantas chapas. Casi nadie llegaba al extremo de acompañarlo con un perro, que es, en realidad, el complemento perfecto del punk.

Yo no recuerdo haberme disfrazado jamás, excepto una vez que, con una funda blanca de raqueta Slazenger al revés en la cabeza, me empeñé en insistir que era un pitufo por mucho que aquello pareciera una barretina almidonada.

Tampoco recuerdo haber tenido nunca un coche teledirigido con volante y siempre sentí una profunda envidia de Albertito (que era el hijo de Alberto) porque tenía un un Scalextric con forma de circuíto y yo sólo pude jugar con uno que decía que era una copia exacta del  circuíto de las 500 millas de Indianápolis pero era, en realidad, un cero bien grande donde resultaba de una sencillez extrema que se te saliera el cochecito en alguna de las dos únicas curvas. Una vez descubrí que con el diccionario que me trajeron los reyes podía hacer un pequeño vadén  y eso casi lo convirtió en Monza durante un par de días. Para entonces Albertito tenía un contador de vueltas, una copia de un Porsche y hasta un tunel. Su circuíto ocupaba casi todo el suelo de la habitación y yo me acostaba oyendo ese sonido de abeja eléctrica que venía del piso de arriba porque aquel era mi vecino.

Mi padre me contaba que él jugaba en la calle y mi generación fué una de las primeras que empezó a quedarse en casa con los juegos Borrás, el autocross y, por supuesto , el Scalextric. Cuando llegábamos a Madrid mi madre decía que para llegar a casa de la tía había que coger el Scalextric de Atocha (que no existe ya) y yo me imaginaba al Seat 132 sujeto por ese timón con dos extremos tela metálica acelerando para ver si no se salía en la curva a la altura del ministerio de agricultura apretando en la mano, y en el asiento de atrás, un mando imaginario.

Mis padres acabaron con sus juegos en cuanto empezaron a trabajar y yo me empeño en mantenerlos vivos como si eso fuera el cosplay de los cuarentones.


Porque una cosa es que el tiempo diluya los recuerdos que te queden y otra que el dinero te diga que tu infancia ha entrado en concurso de acreedores. Joder, eso no se le hace al niño que algunos llevamos dentro. Al menos a los que el cosplay nos ha pillado mayores (y nos gusta la del min 1:52 del video del principio).




Pd: el fabricante de los taxis ingleses también quiebra, pero aunque signifique que también caen empresas clásicas en otros paises, eso me da igual.

3 comentarios:

  1. espera un poco y verás: en unos años te encantará cualquiera del vídeo.

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  2. Si, scalextric lleva como 20 años deambulando de manos en manos creyendo todos que tan buen diseño, español, serian capaces de mantenerlo a flote. Era inevitable. Seguramente se lo queden los chinos.
    Jod.. me has hecho volver al 1:52.

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  3. Ayer me contaba una amiga que en diciembre, y con suerte, su sueldo será de 300 euros.
    Hay que cuadrar las cuentas en la empresa.
    También me contaba que su jefe se ha comprado un jaguar.

    Las jugadas que son capaces de hacer algunos (incluso los fabricantes de juguetes) para ganar dinero llegan a ser sorprendentes.

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